En una sociedad que jurídicamente confiere iguales derechos al hombre y a la mujer es inaceptable la desigualdad en materia educativa. Más aun si dicha inequidad contribuye a favorecer la transmisión intergeneracional de la pobreza y la marginación. Aunque la brecha educativa se ha reducido significativamente en México, persisten múltiples barreras y obstáculos que es preciso remover y superar.

Es necesario promover una educación libre de prejuicios y discriminaciones, que incluya contenidos, textos, materiales y métodos pedagógicos, que transmitan y refuercen valores, actitudes e imágenes no sexistas. El desafío es fomentar valores, actitudes y comportamientos que contribuyan a una mayor conciencia de la situación de la mujer, de sus potencialidades en todos los ámbitos de la vida, incluido una cultura democrática y participativa.

Uno de los indicadores básicos que permite medir el grado de desarrollo social de un país, es el nivel de escolaridad alcanzado por su población. En los últimos 30 años se duplicó el nivel de escolaridad en la población mexicana, y en mayor medida en las mujeres que han pasado de 3,2 años en 1970 a 7,1 en el año 2000. (Inmujeres 2005).
El promedio de años de escolaridad aprobados por los hombres y las mujeres en el periodo señalado, es siempre mayor para los varones, manteniéndose una diferencia de medio año en el promedio de instrucción alcanzado.

El Distrito Federal es la entidad federativa que presenta los mayores niveles de escolaridad del país. Donde los hombres tienen un promedio de 9,9 años cursados y las mujeres 9,1 años, que rebasan ligeramente los 9 años de la educación obligatoria (primaria y secundaria).

La mayor distancia entre entidades, se presenta entre Chiapas y el Distrito Federal, cuya diferencia de escolaridad es de 4 años.

Al interior de los estados, las mayores diferencias de escolaridad entre hombres y mujeres se observan en Chiapas, Distrito Federal y Oaxaca, con prácticamente un año promedio menos para las mujeres.

Las mujeres de 15 años y más que viven en Chiapas, Oaxaca y Guerrero tienen un promedio de escolaridad menor a los seis años, la misma situación se presenta para los hombres en Chiapas. En todas las demás entidades el promedio de escolaridad alcanza para ambos sexos seis o más grados aprobados.

En 29 de las 32 entidades federativas es mayor el promedio de escolaridad de los hombres que de las mujeres. En Chihuahua y Sinaloa es igual.

Nivel de instrucción

En México, para el periodo comprendido entre 1970 y el año 2000 el porcentaje de la población de 15 años y más que no tiene algún grado aprobado dentro del Sistema Educativo Nacional, disminuyó de manera importante.

Las mujeres registran una mayor disminución con respecto a los hombres, de 23,4 puntos porcentuales, al pasar de 35% a 11,6% en dicho periodo; mientras que los hombres presentaron un descenso de 19,4 puntos porcentuales, al pasar de 28,1% a 8,7 por ciento.

A pesar de esta reducción en los porcentajes de la población femenina, las diferencias por sexo continúan en detrimento de este colectivo, para el año 2000, 12 de cada cien mujeres no tienen instrucción, en tanto que nueve de cada cien hombres se encuentran en la misma situación.

La diferencia que se observa entre los hombres y las mujeres que carecen de instrucción formal, se debe, al parecer, a la mayor exclusión educativa de las mujeres de generaciones pasadas.

El Distrito Federal y Nuevo León presentan los porcentajes más bajos (menos de 4%) de población femenina sin instrucción (ambos con 4,6%); mientras que en estados con un menor grado de desarrollo, como Veracruz, Guerrero, Oaxaca, y Chiapas, estos porcentajes se incrementan significativamente (entre 17,3% y 27,9%). El comportamiento de este indicador en el caso de los hombres es similar al de las mujeres.

En 26 de las 32 entidades federativas del país, es mayor la proporción de población femenina sin instrucción que la masculina.

Se considera educación básica a los niveles de primaria y secundaria. La población con educación básica incompleta se refiere a aquella que tiene entre uno y seis grados aprobados en primaria, más la que cuenta con estudios técnicos o comerciales con primaria terminada y la que logra aprobar uno o dos grados en secundaria.

En el periodo comprendido entre 1970 y el año 2000, esta población disminuyó de 61% a 42,1%, en los hombres y de 57,9% a 43,5% en las mujeres, por lo tanto, la participación porcentual de la población de 15 años y más en los siguientes niveles educativos se incrementó.

Destaca la mayor proporción de mujeres con la primaria terminada que de hombres en el periodo; sin embargo, en el nivel de secundaria la situación se invierte, siendo la distancia porcentual en el año 2000 de 1,7 puntos en desventaja de las mujeres.

A nivel nacional este indicador alcanza un valor similar tanto en mujeres como en hombres. Sin embargo, en las entidades federativas el comportamiento porcentual de este indicador por nivel educativo es contrastante.

Zacatecas y Chiapas presentan la mayor proporción de mujeres y de hombres que no han logrado concluir la primaria con más de 26%, en el lado opuesto el Distrito Federal y Nuevo León tienen los menores porcentajes de población en dicha situación, con menos de 13 por ciento.

En 27 de las 32 entidades federativas del país, más mujeres que hombres cuentan con la primaria terminada, y registra la mayor distancia Nuevo León con tres puntos porcentuales en desventaja para los hombres.

Una situación contraria se presenta en el nivel de secundaria incompleta, donde todas las entidades tienen mayor participación porcentual de la población masculina respecto de la femenina.

En el país, el porcentaje de la población de 15 años y más que tiene la educación básica completa, es decir, tres grados aprobados en secundaria, presentó un aumento constante entre 1970 y el año 2000, tanto para los hombres como para las mujeres.
En el año 2000, 19,5% de la población masculina y 17,5% de la población femenina de 15 años y más, superó sus estudios básicos. Sin embargo, la diferencia por sexo es menor para las mujeres, en dos puntos porcentuales.

En las entidades federativas el porcentaje de la población con educación básica completa presenta niveles muy distintos. En el caso de la población femenina, destacan Baja California, el estado de México y Nuevo León, donde 22 de cada 100 mujeres cuentan con estudios básicos completos; mientras que en Chiapas y Oaxaca la proporción se reduce a la mitad, ya que alrededor de 12 de cada 100 mujeres concluyeron la secundaria.

En 26 de los 32 estados del país, la proporción de la población masculina de 15 años y más con educación básica terminada, supera a la femenina. La brecha más grande entre sexos se presenta en el estado de México, Querétaro y Tlaxcala con cuatro puntos porcentuales.

Educación postbásica

Entre 1970 y el 2000, la proporción de la población de 15 años y más que terminó la secundaria y continuó sus estudios, se incrementó significativamente. El porcentaje de hombres con una escolaridad superior a la secundaria aumentó de 7,7% a 28,2% en dicho periodo; en el caso de las mujeres aumentó de 4,9% a 25,9%.

La proporción de los hombres con este nivel de escolaridad es mayor que la que registran las mujeres, aunque la brecha cada vez se cierra más, ya que de 2,8 puntos porcentuales en 1970 pasó a 2,3 puntos porcentuales en el año 2000.

Por nivel educativo y sexo, el comportamiento de este indicador presenta diferencias significativas. En los estudios terminales se tiene una mayor proporción de mujeres que de hombres; mientras que en los estudios propedéuticos la situación se invierte, permaneciendo dicho comportamiento en la educación superior. Así, en el año 2000, 2,4% de los hombres y 6,3% de las mujeres cuentan con estudios técnicos o comerciales con secundaria terminada; mientras que 13,7% y 10,6%, respectivamente, tiene al menos un grado aprobado de bachillerato, distancia que se mantiene en la educación superior, con 12,1% de hombres y 9% de mujeres.

Para la población femenina las mayores proporciones de población con estudios superiores a la secundaria se presentan en el Distrito Federal, 42%, y Baja California Sur, 35%; en tanto que las menores proporciones de mujeres con estudios postsecundarios se ubican en Chiapas, 13,9% y Oaxaca 14,7%.

Por entidad federativa los datos son los diversos. En el Distrito Federal y Nuevo León entre cuatro y cinco de cada 10 hombres de 15 años y más tienen un nivel de instrucción superior a la secundaria; mientras que en estados como Oaxaca, Chiapas, Zacatecas y Guanajuato menos de una quinta parte de los hombres se encuentran en esta situación.

Las entidades del país donde más mujeres que hombres cuentan con estudios técnicos o comerciales con secundaria terminada son: Nuevo León (12,4%) y el Distrito Federal (11,2%).

Situación contraria se observa en bachillerato y educación superior, ya que en todos los estados se tiene una mayor proporción de hombres que de mujeres con algún grado aprobado en estos niveles. La mayor desigualdad educativa por sexo para este nivel se presentan en Nuevo León y el Distrito Federal, con brechas de 4,8 y 6,7 puntos porcentuales, respectivamente, en desventaja para las mujeres.

Carreras universitarias

Entre 1990 y el 2001, la matrícula de licenciatura universitaria y tecnológica se incrementó para ambos sexos; sin embargo, para las mujeres el aumento en la tasa de crecimiento anual es muy significativo, 5,8%, en relación con la masculina de 3,1%; con lo cual la brecha entre hombres y mujeres se cierra un poco más. (INEGI 2004)
La distribución de la población matriculada en este nivel, en las áreas sociales y administrativas, es que de cada 100 alumnos 43 son hombres y 57 mujeres. En el caso de las ingenierías, las proporciones son 70,2% de asistencia masculina y 29,8% femenina.

Las mayores diferencias absolutas en las matrículas entre los sexos se observan en las ingenierías: 233 mil más hombres que mujeres, lo que se traduce en 42 mujeres por cada 100 hombres; y en las ciencias sociales: 114 mil más mujeres que hombres, lo que significa 132 mujeres por cada 100 hombres.

Posgrado e investigación

En lo que se refiere al Posgrado en sus diferentes modalidades, especialización, maestría y doctorado, entre 1990 y el año 2001, la matrícula se incrementó para ambos sexos, siendo muy significativo el crecimiento para las mujeres, al aumentar cerca de cuatro veces más su volumen, mientras el de los hombres creció, poco más del doble.
Sin embargo, obedeciendo a los patrones culturales que imperaban en el pasado, la distribución porcentual muestra una mayor presencia masculina en casi todas las áreas de estudio, predominando en las ciencias agropecuarias y en la ingeniería y tecnología; correspondiendo las mayores diferencias absolutas entre sexos a la ingeniería y tecnología y a las ciencias sociales y administrativas.

El área de educación y humanidades registró en el periodo de referencia la mayor tasa de crecimiento promedio anual de la matrícula de posgrado masculina, 14,1%, y femenina, 16%.

El Sistema Nacional de Investigadores tiene como objetivo fomentar el desarrollo científico y tecnológico del país, para lo cual fortalece la investigación en todas las áreas del conocimiento, por medio del apoyo a investigadores e investigadoras. En el año 2001, el SNI integra a 8018 investigadores, de los cuales 71.4% son hombres y 28.6% mujeres.

En todas estas áreas del conocimiento predominan los hombres, observándose una situación más equitativa en el área de humanidades y ciencias de la conducta, donde hay un investigador por cada investigadora, a diferencia del área de ingeniería, donde la proporción es de siete hombres por cada mujer.