México, cuyo nombre oficial es Estados Unidos Mexicanos, cuenta con una superficie territorial de cerca de 2 millones de km2. Es una república federal, constituida por 31 estados (libres y soberanos) y un Distrito Federal, sede de los poderes de la federación.


El país se encuentra en una fase avanzada de la transición demográfica, es el onceavo país más poblado del mundo, y ocupa la posición 85 por su ritmo de crecimiento. A mediados de 2002 contaba con una población de 102,4 millones de personas, y poco más de la mitad (50.4%) son mujeres. La esperanza de vida al nacer es de 75 años. (Conapo 2002).


Presenta una tasa global de fecundidad de 2,27 hijos por mujer. Cada año nacen 2,1 millones de personas y fallecen cerca de 430 mil, con una tasa de crecimiento anual de 1,63 %. El saldo neto migratorio internacional es negativo, aproximadamente 305 mil personas/año, casi la totalidad emigra hacia los Estados Unidos. El crecimiento neto total absoluto es de casi 1,4 millones de personas y la tasa de crecimiento a 1,33 % anual, con esta tasa la población se duplicaría en 52 años.


México ha presentado durante largo tiempo manifestaciones evidentes de una conformación regional altamente desigual y polarizada, tanto en aspectos demográficos y económicos como de las condiciones de vida de sus habitantes.


La distribución territorial de la población en México se ha caracterizado por dos fenómenos: la concentración y la dispersión poblacional. Esta dualidad se expresa en un alto volumen de población localizado en un número reducido de ciudades, al mismo tiempo que cuenta con un gran número de asentamientos humanos dispersos a lo largo del territorio nacional.


Es mayoritariamente urbano, cuenta con 364 ciudades donde residen 64,9 millones de personas, dos terceras partes de la población nacional, de las cuales 42 son zonas metropolitanas. En 9 de los asentamientos mayores a un millón de habitantes se concentra el 33,6% de la población, y en sólo uno de ellos, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se encuentra localizado el 18,5%. (Conapo 2001)


La alta concentración que se presenta en el centro del país ha constituido funcionalmente una Megalópolis a través de la integración de siete Zonas metropolitanas teniendo como centro la Ciudad de México. Esta megalópolis concentra 23,5 millones de habitantes, mas del 24% de la población del país. (Conapo 2000a, Garza 1992)


Su contraparte es la existencia de una gran cantidad de pequeñas localidades dispersas. Existen 196 mil localidades menores a 2.500 habitantes, donde habita una población de 24,6 millones de habitantes. De ellas, el 14,6% se encuentran cercanas a ciudades, formando parte de los procesos de suburbanización. El 8,5% se localiza cerca de pequeños centros de población, el 44,4% está lejos de las ciudades y centros de población, y se ubican a lo largo de las carreteras, y el 32,5% se encuentran en situación de aislamiento, es decir, alejadas de ciudades, centros de población y vías de comunicación. (Conapo 2001).


La accidentada geografía del país y los históricos procesos de asentamiento hacen que las mayores aglomeraciones urbanas se encuentren ubicadas en cotas superiores a 1.000 metros sobre el nivel del mar, lo que genera grandes costos para dotarlos de los elementos necesarios para su subsistencia y desarrollo, principalmente a suministro de agua potable y electricidad ya que las zonas de mayor potencial se encuentran en cotas bajas y muy alejadas. Baste comentar que la ZMCM requiere de un suministro de agua potable de más de 65 mil litros por segundo (65 m3/seg), de los cuales el 75% se obtiene del subsuelo y el restante de cuencas hidrográficas cercanas. Además de los altos costos para la construcción y operación de las obras hidráulicas necesarias, este proceso genera graves daños ecológicos en la propia ciudad debido a los asentamientos diferenciales, la menor capacidad de recarga respecto a la extracción, así como de los daños ocasionados a las cuencas de donde se obtiene el agua restante. (Juárez 2003a)


Los estados del país presentan densidades que van desde un mínimo de 5,8 habitantes por kilómetro cuadrado (hab/km2) en Baja California Sur, hasta los 5.800 hab/km2 del Distrito Federal, cuyo dato se duplicaría si se considera sólo el área urbana. El valor medio para el país es de 270 hab/km2 y la mediana de 50,4 hab/km2, haciendo evidente la alta divergencia entre los valores máximos y mínimos. (Juárez 2003b).


La concentración de la población se corresponde también con la de las actividades económicas y del producto, así como de la distribución de sus beneficios. El 46,7% del producto interno bruto lo concentran 4 entidades en el año 2000: Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y Nuevo León. Estas entidades concentran sólo el 32,6% de la población. Las otras 28 entidades se dividen el restante 53,3%. Y si bien parece ir disminuyendo la concentración económica en los últimos veinte años, ésta se mantiene y no está muy clara su tendencia. (Juárez 2003b).


La importancia de Zona Metropolitana de la Ciudad de México se refleja en que más del 50% de las interrelaciones comerciales la tuvieron como origen o destino, su población representa el 18,4% del país y su participación en el producto de actividades de base urbana fue de 30,8% del total nacional en 1998. El área de influencia de la ZMCM abarca prácticamente todo el país. Incluso ciudades lejanas geográficamente como Tijuana, Tapachula y Cancún mantienen una estrecha interacción con ella. (Juárez 2003a).


Las condiciones económicas del país no se pueden considerar buenas. Después de la década de retroceso económico generalizado de los ochenta, ha presentado altibajos que han propiciado graves crisis económicas y afectado a los sectores de menores ingresos. Además al vincularse este proceso con la reestructuración económica, la rápida apertura externa y la integración comercial, eliminando barreras arancelarias y permitiendo la libre importación de bienes, han afectado negativamente gran parte de las actividades industriales, incapaces de competir en los mercados globales, con el consecuente cierre de fuentes de trabajo y la reducción del empleo.


Los resultados de este proceso iniciado en los años ochenta se han manifestado en un incremento de la pobreza y una mayor desigualdad en la distribución del ingreso, con evidentes manifestaciones territoriales. El Índice de Desarrollo Humano de la ONU permite identificar contrastes y marcadas desigualdades regionales. 18 estados del país registran un IDH medio alto, mientras que las restantes 14 entidades federativas registran un grado de desarrollo humano alto. Sin embargo las diferencias entre entidades federativas son considerables. Mientras el Distrito Federal registró un IDH de 0.871, similar al Portugal o Eslovenia -posiciones 28 y 29 en la clasificación mundial-, Chiapas tiene un índice de 0.693, semejante al de países como Argelia o Vietnam, los lugares 100 y 101. (Conapo 2001).


Sin embargo también al interior de cada estado se presentan diferencias importantes. Estudios recientes muestran que las ciudades ya no son las zonas de mayor bienestar, sino que se integran de pequeñas zonas de alto nivel de bienestar con grandes masas de desposeídos que luchan por sobrevivir día a día. El aumento de la economía informal es un testimonio evidente de este proceso. El otro es la pérdida del dinamismo de las grandes áreas urbanas que presentan una pérdida de su dinámica tanto demográfica como económica y donde a la falta de oportunidades se suma la inseguridad creciente.


La emigración es una alternativa cada vez más utilizada. México es un país que tiene una alta emigración internacional, histórica, pero que actualmente es de gran magnitud. Según datos recientes, cada año emigran hacia los Estados Unidos cerca de 400 mil mexicanos. En la actualidad, casi 10 millones de nacidos en México residen ahí, y se considera que este proceso continuará en los próximos años. El impacto de las remesas de los trabajadores mexicanos es fundamental para la economía, es la segunda mayor aportación de divisas al país después de los ingresos petroleros. (Conapo 2000a).