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La vida política colombiana
está íntimamente ligada a los partidos políticos, en concreto, a los partidos
políticos tradicionales: el Partido Liberal y el Partido Conservador. Ambos
partidos políticos definirán lo que se podría considerar como una ruptura social,
y durante el siglo XIX y principios del XX dividirán a la población colombiana
entre elites y masas, proletarios y burgueses, campesinos y habitantes de la
ciudad, etc. Serán estos dos partidos los que monopolizarán el gobierno colombiano
durante el siglo XIX con concepciones divergentes del estado y del papel de
la iglesia. El Partido Liberal representaba tendencias reformistas y federalistas
mientras que el Partido Conservador apostaba por un estado fuerte y centralista
y por la iglesia com institución fundamental en la sociedad y política colombianas.
En base a les diferencias irreconciliables entre los partidos políticos y la
lucha por el poder en Colombia se vivieron seis guerras civiles reconocidas
(1815, 1860, 1876-77, 1885, 1890-1902), una guerra civil no declarada (1948-1957,
período conocido como La violencia). Actualmente el país vive otra guerra civil,
que comenzó en 1980, y en la que se integran diferentes aspectos y actores.
Sin embargo, se considera que Colombia es uno de los países sudamericanos con
una tradición democrática más sólida y larga, en contraposición con otros países
de la región, Colombia sólo ha vivido una dictadura militar en el siglo XX,
entre los años 1953 y1957 dirigida por el general Rojas Pinilla.
Así pues, los partidos Liberal y Conservador han polarizado la vida política
del país siendo la violencia, plasmada en luchas internas, una constante en
el enfrentamiento de los dos partidos durante el siglo XIX y primera mitad del
XX. Un enfrentamiento mediante el cual se intentaba imponer un determinado modelo
estatal. Este fenómeno se traducirá en una larga serie de constituciones y reformas
constitucionales.
Desde 1810 hasta finales
del siglo XIX se suceden constituciones con diferentes proyectos de organización
estatal que enfrentan a liberales y conservadores. Después de un largo período
de gobierno conservador (1884-1930), los liberales consiguieron el poder gracias
a las divisiones internas del Partido Conservador. Fue precisamente la división
de opiniones respecto a la trayectoria gubernamental liberal (1934-1946 i especialment
l’etapa 1934-1938 en que es van desenvolupar conquestes importants per part
de treballadors rurals i urbans). En Colombia el Partido Liberal de Alfonso
López (1934-1938) promovió una serie de reformas constitucionales que respondían,
por una parte, a la creciente crisis del país y, por otra, a limitados fines
partidistas. Estas reformas limitaron la influencia de la iglesia, ampliaron
el electorado en las zonas urbanas donde el partido era fuerte y también aumentaron
la base de apoyo del partido dentro del movimiento obrero. Los conservadores
no protestaron activamente ante la promulgación del sufragio universal para
los varones por parte del Congreso dominado por los liberales, ya que tenían
la esperanza de que la medida les ayudaría más que a los liberales a movilizar
a los votantes del país, que seguía siendo predominantmente rural, con la ayuda
del clero local.
A pesar de esto, la irrupción de nuevas fuerzas sociales y nuevas ideologías
durante los decenios de 1930 y 1940 en un contexto de continuos temores a que
un único partido fuese hegemónico en un sistema marcadamente presidencialista
aceleró la polarización. Se desarrolló un proceso de violencia incitado tanto
por los liberales (que se alejaban del poder después de ejercerlo durante 12
años consecutivos) como por las esferas oficiales, que persiguieron a los liberales
en determinados departamentos. Pero fue el asesinato del liberal Jorge Eliecer
Gaitán el hecho que hizo explotar la guerra civil más cruel de Colombia en la
que murieron más de 300.000 personas y en la que se enfrentaban a muerte conservadores
y liberales. Esta guerra civil se conoce con el nombre de ‘la violencia’, y
comportó la ruptura del régimen (1949) y, finalmente el gobierno de los militares
(1953-1957) dirigido por el general Rojas Pinilla con el apoyo de amplios sectores
políticos y económicos del país. Después de un período de transición dirigido
por una Junta Militar entre los años 1957 y 1958 se implantó lo se llamó como
Frente Nacional.
Así pues, en 1930 Colombia superó la prueba clave de la competencia política
por primera vez: el traspaso pacífico de poder de un partdo político (Partido
Conservador) a otro (Partido Liberal), aunque el resultado fue una nueva hegemonía
de un solo partido y el régimen no consiguió superar otro traspaso de poder
en 1946, que va acabó en guerra civil.
La transición de un gobierno
de militares a finales de los 50 en Colombia fue muy parecida a la realizada
en Venezuela. En ambos casos los partidos de la oposición firmaron pactos políticos
en los que se daban garantías recíprocas de que no intentarían gobernar de manera
hegemónica. De esta forma se resolvió el asunto de la competencia política,
que era fundamental, si bien la solución acabaría causando problemas diferentes
a los respectivos regímenes. En ambos casos un partido predominante (el Partido
Liberal en Colombia y Acción Democrática en Venezuela) reprimió deliberadamente
su fuerza potencial para facilitar la transición. También se dieron garantías
a los actores económicos y a la iglesia de que se respetarían sus intereses.
En este sentido, ambas transiciones conservadoras ayudaron a garantizar que
los grupos que dominaban la economía no se sintiesen amenazados y, por tanto,
se evitó que estos grupos recorrieran a los militares; a pesar de esto, de esta
manera también se limitaron las posibilidades de poner en práctica importantes
reformas sociales o económicas.
En Colombia, el acuerdo del Frente Nacional, que un plebiscito lo consagró constitucionalmente
en 1957, garantizaba de manera estricta que ni los liberales ni los conservadores
serían excluido del poder, a la vez que cortaba el paso a posibles nuevos partidos
políticos. Los líderes de los partidos acordaron que habría paridad total en
los tres brazos del gobierno. El Congreso, las asambleas de los departamentos
y los consistorios municipales serían automáticamente la mitad liberal y la
mitad conservador, y lo mismo con la judicatura; también los puestos del gabinete,
los cargos de gobernador y los de alcalde se dividieron en partes iguales entre
los dos partidos. Además, para la aprobación de la mayoría de las leyes se requeriría
una mayoría de dos tercios. Finalmente, debido a que los conservadores no consiguieron
ponerse de acuerdo para escoger un candidato con vistas a las elecciones de
1958 y debido a que la presidencia era un puesto importante, se acordaron alternancias
en la presidencia de 1958 a 1974 (con lo que los conservadores tuvieron asegurada
la última presidencia).
El acuerdo se puso en práctica mediante negociaciones por parte de las elites
y su finalidad era desmovilizar a los seguidores sectarios de los partidos y
poner fin a la violencia rural. El inmovilismo provocado por las restrictivas
reglas del Frente Nacional y el miedo a las protestas populares fueron la causa
de que la mayoría de los gobiernos del Frente Nacional impusiesen el estado
de sitio. No se llegaron a hacer reformas redistributivas importantes ni se
reforzaron las organizaciones del sector popular. De esta manera la naturaleza
de la democracia del país estuvo restringida durante todo el período.
El período del Frente Nacional presentó las características de un sistema de
partido único y de un sistema pluripartidista, así como de un sistema bipartidista.
Al existir el requisito de que los presidentes fuesen de un partido designado,
en cada una de las elecciones que se celebraron entre 1958 y 1970 era necesario
que los dos partidos se pusieran de acuerdo. Así, este candidato oficial del
Frente Nacional encabezaba un gobierno de dos partidos que parecía ser de un
solo partido. Sin embargo, dentro de cada partido surgieron facciones se opusieron
al Frente Nacional. Debido a que hasta 1968 la aprobación de la mayor parte
de las leyes necesitaron una mayoría de dos tercios, la existencia de estas
facciones diversas obligaba al presidente a negociar con lo que parecía un corrupto
sistema multipartidista. Aun así, durante la totalitad de este período e incluso
hasta finales de los 70 y en los 80, momento en que ya habían anulado caso toddos
los requisitos reglamentarios del gobierno de coalición del Frente Nacional,
los dos partidos tradicionales continuaron obteniendo porcentajes notablemente
constantes del total de votos en las elecciones.
No obstante, como consecuencia de una profunda transformación socio-económica
(fruto de la urbanización, el crecimiento demográfico y el incremento de la
alfabetización) que se vivía en aquel período, así como del propio acuerdo del
Frente Nacional, la identificación sectaria de la población del país con los
dos partidos políticos disminuyó de forma significativa. La importancia fundamental
de los partidos para la vida política del país disminuyó a la vez que seguían
ejerciendo un monopolio casi virtual en el terreno electoral. Aparecieron formas
no electorales de oposición o se reforzaron las que ya existían: confederaciones
obreras independientes de los dos partidos, movimientos de protesta cívica y
movimientos guerrilleros. No obstante, el gobierno de coalición conservó su
atractivo, por razones diversas, a ojos de los líderes de los partidos regionales
(acceso al patronaje), de los principales grupos económicos (acceso a la formulación
de la política que tendría que seguirse) y de los actores internacionales (aislamiento
de la toma de decisiones).
El Frente Nacional acabó con la situación de violencia que provocó su nacimiento,
pero falló en el intento de controlar la actividad de la guerrilla rural.
El Frente Nacional al que se llegó por consenso de los dos partidos políticos
tradicionales se conformó después de la firma de los Pactos de Sitges y Benidorm;
además de hacer frente al populismo rojista (Rojas Pinilla) que hacía peligrar
sus clientelas clásicas, los partidos conservador y liberal quisieron asegurar
su alternancia exclusiva en el poder cada cuatro años, en gobiernos bicolores
de responsabilidades compartidas, excluyentes y sin oposición. La sucesiones
presidenciales durante este período estuvo a cargo de Alberto Lleras, liberal
(1958-1962), Guillermo León, conservador (1962-1966), Carlos Lleras, liberal
(1966-1970) y Misael Pastrana, conservador (1970-19974).
Del Frente Nacional se puede decir que, después de haber prestado un servicio
a la pacificación, extendió su influencia más allá de lo presupuestado y creó
en la mentalidad ciudadana la impresión de que vivía bloqueada políticamente.
No se emprendió una estrategia política de diferenciación entre los partidos
Liberal y Conservador, que se centraron en la realización de prácticas clientelistas
que perduran. El Frente Nacional propició de una manera más que evidente la
imagen del Estado como un pozo de recursos. De esta manera, la pertenencia a
cualquiera de los dos partidos, especialmente durante este período, pero también
posteriormente, viene dada por la aspiración a una parcela de poder o a favores
derivados de la estrategia clientelista. En Colombia la opción del Frente Nacional
siginificó renunciar a les alternancias (que caracterizan a los sistemas democráticos).
El esquema gobierno/oposición que se practica en las democracias occidentales
salió mal ya que, al implantar el presidente Virgilio Barco el esquema gobierno/oposición
con un gabinete monocolor, las encuestas demostraron que un gran número de colombianos
consideraban muy arriesgado que participaran en el gobierno las dos formaciones
políticas mayoritarias.
La elección del último presidente del Frente Nacional, el conservador Misael
Pastrana Borrero, en 1970, demostró que el pueblo deseaba el cambio y de aquí
el apoyo masivo recibido por el general Gustavo Rojas Pinilla, como candidato
de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), que pasava de ser una simple unión de
liberales y conservadores disidentes a convertirse en un partido político en
1971.
En 1974, el sistema constitucional del Frente Nacional se desmontó en relación
a la composición del Congreso y a la alternancia en el ejecutivo, pero pervivió,
gracias al artículo 120 de la constitución reformada. Además, el Frente Nacional
dejó com última herencia al nuevo régimen la existencia casi permanente del
estado de sitio (que permitió tanto actuaciones para reprimir a la guerrilla
como para reprimir los movimientos de oposición y las expresiones de descontento
popular), que intentó reducirse con la nueva constitución de 1991.
El primer presidente después del Frente Nacional fue el liberal Alfonso López
Michelsen (1974-1978), su gobierno se caracterizó por la profunda división de
su partido.
La etapa posterior al período
del Frente Nacional ha estado caracterizada por la violencia política que se
vive en el país, y que en ciertos àmbitos se considera como estructural, junto
con un proceso de deslegitimación del sistema político favorecido por las prácticas
clientelistas de los partidos tradicionales, así como por la corrupción y la
inclusión de los narcotraficantes en las cámaras de representación y en la política
del país.
Después del Frente Nacional el gobierno colombiano ha continuado en manos de
los partidos tradicionales que han ocupado la presidencia de la república entre
los años 1970-1982 y 1986-1998, sólo los gobiernos de Betancour (1982-1986)
y del actual presidente Andrés Pastrana han estado en manos de los conservadores.
Si el Frente Nacional institucionalizó el bipartidismo y el
exclusivismo político, junto a otras prácitcas como el clientelismo y la corrupción,
la promulgación de la nueva Constitución de 1991, que dejaba atrás las premisas
del Frente Nacional y daba paso a una teórica participación de movimientos políticos
y cívicos, no implicó cambios radicales en los gobiernos posteriores, que continuaron
gravitando en torno a los partidos tradicionales o sus facciones, aunque se
incorporaron a la vida política numerosos movimientos y partidos regionalistas.
Tampoco se impidió volver a la dinámica clientelar anterior.
La incorporación de nuevas formaciones políticas a la la vida colombiana se
observa en las candidaturas presentadas en las elecciones para la Cámara de
Representantes y para el Senado. En concreto, en la Cámara de Representantes
(161 escaños) se presentaron 4.542 políticos de 107 partidos o movimientos inscritos
en 692 listas electorales. Para Senado (102 escaños) se presentaron 3190 políticos
de 78 partidos o movimientos inscritos en 318 listas. Además de la multiplicación
de candidaturas, se observa el fraccionamento de los diversos partidos. En el
caso del Partido Liberal en el Senado, 152 de las listas presentadas correspondían
a esta corriente. Este fenómeno de atomización también afecta al partido conservador.
El fraccionamento de los partidos liberales y la falta de credibilidad que arrastran
ha dado lugar en Colombia al surgimiento de movimientos independientes dirigidos
por personalidades. Así, dentro del espectro político colombiano se pueden diferenciar
tres bloques: liberales, conservadores e independientes.
A pesar de que el retorno al bipartidismo parecía un hecho en la primera vuelta
de las elecciones presidenciales de 1998, los resultados evidenciaban la aparición
(no se sabe si momentania o no) de una nueva fuerza política representada por
Naomí Sanín.
Votos |
% |
|
Horacio Serpa | 3.634.823 |
34,59 |
Andrés Pastrana | 3.607.945 |
34,34 |
Noemí Sanín | 2.824.735 |
26.88 |
Fuente: Registraduría Nacional de Colombia
Aunque en las presidenciales del 98 el triunfo fue, finalmente,
para los conservadores representados por Andrés Pastrana, la distribución del
poder en el legislativo confirma el dominio de los liberales en las elecciones
de marzo de 1998.
Cámara de Representantes |
Senado |
|||
% |
161 |
% |
102 |
|
Partido Liberal * | 54 |
98 |
55,9 |
58 |
Partido Conservador * | 27 |
52 |
24,5 |
28 |
Nueva Fuerza Democrática Alianza Democrática M-19 Unión Patriótica Otros partidos e independientes | 19 |
11 |
19.4 |
16 |
Indígenas ** | 2 |
* Tanto en la categoría de Partido Liberal como de Partido Conservador
se incluyen las diferentes facciones que forman parte de éstos.
** La Constitución del 91, en su artículo 171, explicita la existencia de dos
senadores más elegidos en circunscripciones especiales para comunidades indígenas.
A pesar de la división entre liberales, conservadores e independientes,
tanto en el Senado com en la Cámara de Representantes se observa la inexistencia
de disciplina de partido, de forma que hay liberales con tendencias conservadoras,
conservadores con tendencias liberales, independientes con tendencias liberales
o conservadoras, liberales o conservadores con tendencias independientes, etc.
Las elecciones legislativas supusieron un éxito para personas relacionadas con
medios de comunicación y con el mundo de la farándula, así como para movimientos
de tendencias religiosas que consiguieron mantener los cinco escaños que ocupaban.
Así, estas elecciones fueron un fracaso para aquellas personas relacionadas
con el ‘Proceso 8000', resultado de las investigaciones sobre la presunta financiación
por parte de los narcotraficantes de la campaña electoral del presidente Samper.
Las elecciones parlamentarias no se realizaron en condiciones de normalidad
en muchos lugares del país debido a las amenazas de la guerrilla y de los paramilitares,
así como por la existencia de fraude electoral (se detuvieron 2.819 personas
en relación con esta cuestión).
Las elecciones presidenciales y las elecciones legislativas presentan diferentes
características respecto a las elecciones de las corporaciones locales, municipales
y departamentales del 26 de octubre de 1997, que se caracterizaron por la introducción
de un sexto ‘Tarjetón’ (papeleta) a favor de la paz (denominada como mandato
ciudadano por la paz, la vida y la libertad). Las elecciones de octubre de 1997
tuvieron una tasa de participación altísima, de diez millones y medio de personas
aptas para votar votaron diez millones. Fue un voto de rechazo a la violencia
y de confirmación de la voluntad de la población de vivir en paz. Esta participación
fue puntual y en las elecciones presidenciales y legislativas del 98 se registraron
niveles de abstención relativamente bajos. El aumento de la participación sobre
años anteriores puede ser la causa de los mecanismos instaurados para favorecer
el voto (reducción del servicio militar, ventajas en conceptos diversos como
ingreso en la universidad, o solicitar una beca). En las elecciones municipales
los liberales conservaron sus posiciones políticas, obtuvieron el 43.8% de las
alcaldías más un 15.6% de alcaldías en coalición. Por su parte, los conservadores
continuaron su retroceso aunque se mantenían como primer grupo minoritario del
país. Los partidos y movimientos de izquierda fueron objeto de amenazas para
disuadirles de presentar listas como de presentar candidatos. Por ejemplo, el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), antigua guerrilla desmovilizada
no inscribió candidatos en Sucre al ser asesinados sus aspirantes y en el centro
de Bolívar sufrieron atentados. Dentro de estos partidos y movimientos de izquierda
que se presentaron en las municipales se señala el triunfo de los candidatos
del Movimiento Esperanza, Paz y Libertad (el antiguo EPL) .