Introducción al conflicto
El conflicto se basa principalmente en el enfrentamiento entre el régimen islamista del norte y el movimiento rebelde del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), del sur. Mientras el régimen del norte, liderado por Omar al-Bashir, pretende convertir el país en un Estado Islámico, el SPLA lucha por la independencia del sur, que cuenta con una población principalmente cristiana y multiétnica.
La región del norte está económicamente más desarrollada, pero tiene pocas materias primas y recursos naturales, como por ejemplo el petróleo y el agua, cuyos yacimientos se encuentran principalmente en el centro del país, en la imaginaria frontera entre el norte y el sur y, por lo tanto, disputada por ambas partes.
Este conflicto ha causado dos millones de víctimas mortales y ha provocado el desplazamiento de 4,4 millones de personas en los últimos 16 años.
1.1 Origen y evolución del conflicto:
Cuando en 1953, ingleses y egipcios, los señores coloniales de Sudán desde 1899, firmaron un acuerdo en Jartum, la capital oficial del país, en el que se garantizaba la total independencia de Sudán en el término de tres años, no podían imaginar la trascendencia que ese hecho supondría para el país africano un tiempo después. Así, ya en 1955, el gobierno de transición que debía dar paso a un Sudán independiente, empezará a recibir fuertes presiones por parte de los islamistas radicales del norte haciendo que en 1956 estalle la primera guerra entre el norte y el sur del país, un sur de mayoría cristiana y multiétnica, y desencadenando un violento conflicto que sumergirá en la miseria a ambas partes del Sudán.
En 1958 se producirá un golpe de estado que situará en el poder al presidente Abboud, que seis años después será derrocado mediante otro golpe de estado, creándose un clima de inestabilidad en el conjunto del país, que será aprovechado en 1969 por John M. De Garang para constituir en el sur un gobierno rebelde. Este hecho reactivará la guerra civil causando la muerte a centenares de miles de personas.
Pese a todo, una puerta a la esperanza se abría en 1972 con la firma en Addis Abeba de un acuerdo de paz entre las dos partes, que establecía un alto al fuego y el derecho a la autodeterminación del Sudán del sur. Este acuerdo procuraría una calma relativa en el país durante 11 años.
Sin embargo la historia se repetía de nuevo cuando en 1980 el Gobierno democrático de Nimeiri empezó a sufrir presiones por parte del Partido Islámico Nacional (PIN), presidido por Hassan el-Turabi, hecho que produciría una crisis de la que el sur pretendió aprovecharse al reivindicar la división de esa zona en tres provincias. Ante tal propuesta, el norte reaccionó con la derogación de la autonomía del sur, y en 1983, el general Omar al-Bashir, presidente del Sudán del norte, promulgó para todo el país las “leyes de septiembre” que preveían castigos como la amputación de las extremidades en caso de robo, y que producirían un nuevo estallido de guerra civil.
Será en esta segunda etapa de la guerra cuando se crea en el sur el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) y cuando el conflicto se vuelve más violento y mortífero que durante la primera, debido a la utilización de armamento moderno y más sofisticado, el uso de grupos paramilitares, y la utilización de ayuda humanitaria y alimentos como armas de guerra por parte del Gobierno.
La situación empeorará en 1989, cuando un golpe de estado instaurará un régimen revolucionario islámico en el norte que, en 1991, implantará la “sharia” y alimentará todavía más la guerra. Es a partir de ese momento que el conflicto adquiere connotaciones religiosas cuando su origen respondía a luchas por el agua, el petróleo, la tierra y los conflictos étnicos.
1.2 Situación actual del conflicto:
Tras el 11 de septiembre la situación parece que puede mejorarse debido a que los EUA han empezado a mediar en el conflicto sudanés promoviendo una serie de conversaciones que han derivado en un conjunto de treguas y acuerdos de libre tránsito de ayuda humanitaria.
Así, en julio de 2002, se iniciaron conversaciones de paz en “Machakos” (cerca de la capital de Kenia), entre el gobierno de Omar al-Bashir y el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), que terminaron con la firma del protocolo de acuerdo de 20 de julio en el que se establecía un alto al fuego, el compromiso de negociar una nueva organización política en Sudán, y un referéndum de autodeterminación. El acuerdo también suponía el compromiso de abrir un período transitorio de seis años, durante el cual el sur contaría con un Estatuto de Autonomía y la “sharia” no sería aplicada en esa zona.
A este acuerdo siguieron la “Ley por la Paz”, “Machakos II” y “Machakos III”. En este último, de 18 de noviembre de 2002, se pactó un reparto de las riquezas del país.
Actualmente Sudán es un país fragmentado, un escenario de múltiples batallas en el que los grupos armados que luchan entre sí están divididos en facciones. Afortunadamente, la comunidad internacional ha respondido a la emergencia y el auxilio está siendo proporcionado. Sin embargo, no hay aún un interés claro por buscar una solución de raíz a la guerra y el problema del hambre en Sudán, sino que más bien la indiferencia política reina, la violencia y la muerte continúan y los señores de la guerra se enriquecen.
Pese a todo, el 9 de enero de 2005 el Gobierno de Sudán y los rebeldes del sur firmaron un Acuerdo de Paz que los compromete a finalizar la guerra civil. El acuerdo fue firmado en Nairobi, capital de Kenia, con el vicepresidente sudanés, Ali Osman Mohammed Taha, y el líder del SPLA, John Garang.
Posteriormente, el Gobierno también firmó la reconciliación con la Alianza Nacional Democrática que pasó a formar parte de la administración, y el 9 de julio Garang juraba el cargo de Vicepresidente del país (sustituido por Salva Kiir un mes después por fallecimiento de Garang) y se firmaba la nueva Constitución que otorga un elevado grado de autonomía para el sur.
Sin embargo, pese a este acuerdo, el conflicto de Darfur todavía continúa, pero el final de esta guerra civil, la más larga de África, podría ser un primer paso hacia la paz.