El 25 de enero de 2006 se celebraron elecciones legislativas en Palestina. Éstas supusieron la victoria de Hamás, organización que se presentaba por primera vez a unas elecciones de este tipo. Con una participación de un 77,6%, la jornada electoral fue un ejemplo de sensatez democrática y las elecciones transcurrieron con total normalidad.

Durante la campaña electoral Hamás criticó el elevado grado de corrupción de Al-Fatah y éstos, a su vez, atacaron a su rival incidiendo en su inexperiencia política.

Finalmente, los resultados dieron la mayoría a Hamás, y unas horas después, el primer ministro palestino, Ahmed Qurei, y su gobierno en pleno, presentaron la dimisión al presidente de la AutoridadNacional Palestina (ANP), Abu-Mazen.

Organizaciones políticas
Porcentaje Escaños (132)
Hamás 44,45% 75
Al-Fatah 41,43% 45
Frente Popular de Liberación de Palestina (PFLP) 4,25% 3
Al-Badil 2,92% 2
Palestina Independiente 2,72% 2
Tercera Vía 2,41% 2
Independientes/Otros 1,84% 4

 

Resultados electorales en detalle

En cuanto a las posibles razones que han dado origen a esta victoria de Hamás, hemos de atribuirlas básicamente a los estragos de la ocupación israelí, la corrupción de Al-Fatah que cada vez es más vista como una casta de privilegiados enriquecidos, y las redes sociales establecidas por Hamás que han ofrecido una serie de servicios básicos a un gran número de palestinos que vivían en la miseria absoluta hasta el momento.

Tras conocer los resultados, Abu-Mazin empezó a discutir con Hamás la formación de un nuevo gobierno y el nombramiento de un nuevo primer ministro. Por su parte, los líderes de Hamás, Ismaïl Hania y Mahmud al-Zahar, dejaron clara su postura de iniciar conversaciones con otros grupos políticos, incluido Al-Fatah, para formar un gobierno de coalición.

La primera reacción de Israel a estos resultados fue declarar que no negociaría ningún proceso de paz con un gobierno palestino que incluyera a Hamás. Por su parte, los EEUU y la UE exigieron el desarme de Hamás, el reconocimiento por parte de éstos del Estado de Israel, e incluso se llegaron a plantear cortar las ayudas económicas a la ANP.

Como respuesta, Al-Zahar declaró que “Con respecto a la lucha armada en Israel, continuará y nuestra victoria llevará a Israel a hacer concesiones a los palestinos y cambiará la actitud de Jordania y Egipto en el conflicto”.

El hecho de que Hamás no reconozca, ni piense reconocer, la legitimidad del Estado de Israel, no quiere decir que sea incapaz de negociar una acuerdo de paz (por citar un ejemplo, durante 60 años la Constitución irlandesa no reconoció la jurisdicción británica sobre Irlanda del Norte). Hamás está dispuesta a negociar un acuerdo en base al concepto de una “hudnah” (tregua). Israel es una realidad y Hamás está dispuesta a llegar a un acuerdo con esta realidad, pero sus condiciones para un nuevo proceso de paz pasarían por aceptar que el problema no es el terrorismo palestino, sino la agresión israelí, además de la devolución de los territorios ocupados el año 1967.

La integración de Hamás en el sistema político palestino debe ser visto como una noticia positiva por dos motivos principalmente: primero porque éstos son los únicos que pueden garantizar un alto al fuego y acabar con la corrupción de la ANP; y segundo porque esta vía política podría ser la mejor manera, o quizás la única, de marginar la vía militar para conseguir el desarme definitivo de la organización.

De esta manera, tanto los EEUU como la UE no deberían hacer el juego a Israel, que está utilizando la situación para presentarse como la víctima y no el verdugo, y tendrían que aprovechar la ocasión para condicionar y animar a Hamás, que busca el reconocimiento internacional, a refundar una nueva organización que deje su vertiente militar y acepte la negociación con Israel.