El 11 de septiembre de 2005 salió de Gaza el último de los 3.000 soldados que Israel tenía desplegados en la Franja, poniendo así punto y final a 38 años de presencia militar.

A última hora, el Gobierno de Israel cambió su opinión y la del Tribunal Supremo, y decidió no destruir las 26 sinagogas que se encontraban en los asentamientos, pasando la responsabilidad al Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Pese a la evacuación, es pronto para hablar del final de la ocupación, ya que Israel todavía controla el espacio aéreo y marítimo, además de aspectos básicos para la supervivencia de Gaza como los pasos fronterizos, las aguas territoriales y la circulación de bienes y de personas.

Con esta situación, el territorio de la Franja de Gaza podría convertirse en una prisión, un campo de ruinas en el que se hacinan alrededor de un millón de palestinos que dependen de Israel para su supervivencia. Así lo expresaba Simon Peres tras la evacuación: “Hay que procurar que Gaza no se vuelva una prisión. Se debe permitir a los palestinos vivir honorablemente”. El dirigente laborista también reconoció que «la estancia de Israel fue un error histórico; estoy orgulloso de que se haya corregido».

Por lo tanto, todavía bajo ocupación israelí, las previsiones futuras para Gaza y Cisjordania pasan por dos escenarios posibles: La creación de un Estado Palestino viable o el mantenimiento de una situación colonial con características de la Sudáfrica del apartheid.

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