Aproximación histórica al conflicto en el Próximo Oriente (mediados del S. XIX – 1991)

Actualmente, la región conocida como Oriente Próximo comprende los estados árabes asiáticos, es decir, el Líbano, Siria, Jordania, Irak y Arabia Saudita, y los diferentes estados de la península de Arabia: Bahrain, Yemen, Kuwait, Omán, Qatar y la Unión de los Emiratos Árabes. Una característica de esta zona es que está rodeada de estados musulmanes no árabes (Turquía, Irán, Paquistán y Afganistán), que configuran el llamado Oriente Medio, y por las ex-repúblicas musulmanas de la URSS (Azerbatjan, Kazakhstan, Kirguizistan, Tadjikistan, Turkmenistan y Uzbekistan). Ha sido una de las zonas más conflictivas del siglo XX. Durante este siglo, Oriente Próximo ha vivido seis conflictos bélicos de relevancia (cuatro guerras árabo-israelís, la guerra entre Irak e Irán y la Guerra del Golfo y sus sucesivos episodios), dos guerras civiles (en el Líbano y en Afganistán), y la revolución islámica de Jomeini en Irán con importantes repercusiones en todo el mundo musulmán. Todos estos conflictos han sido muy importantes y relevantes por sus implicaciones internacionales mucho más allá de la región.

Palestina se encuentra en la costa oriental del Mediterráneo. Es un territorio de dimensiones pequeñas y con recursos naturales muy limitados. Una franja costera con tierra fértil (franja de Gaza), y un interior montañoso y desértico, donde el agua es un bien muy escaso. Es fácil entender por qué el centro del conflicto regional se focaliza en Palestina. Por su ubicación, en el foco cultural del Nilo y de Mesopotamia, este territorio ha vivido una larga historia de ocupación humana. Por este territorio han pasado diferentes pueblos y civilizaciones, que han creado una realidad multiétnica y multiconfesional. Por esta razón ha llegado a tener un fuerte valor simbólico (sobre todo la ciudad de Jerusalén), ya que ha sido la cuna de las tres grandes religiones monoteístas que hay en el mundo. Palestina es la tierra santa de los cristianos, la tierra bíblica de los judíos, y en ella encontramos diferentes lugares sagrados para los musulmanes.

Son muchos los factores que han hecho de esta zona una de las más conflictivas del mundo, pero muchos autores coinciden en remarcar que el factor desencadenante de la conflictividad fue el reparto de las posesiones otomanas después de la Primera Guerra Mundial, momento en que se predetermió el trazado de las fronteras y el nacimiento del Estado de Israel. Los mandatos europeos, la descolonización, las independencias (fundamentalmente en el período de entreguerras: Arabia Saudita, Irak y Egipto), el nacimiento del Estado de Israel, el sistema bipolar de la guerra fría, los enfrentamientos entre arabistas (concepción no confesional de la política) e islamistas (tanto radicales como moderados), y la tendencia hegemonista de algunos países de la región, conforman un entramado de factores interconectados muy complicados de entender y todavía más de resolver. El proceso de paz del conflicto árabe-israelí, iniciado en Madrid en 1991, abrió una pequeña puerta a la esperanza para la región, aunque el camino hacia la paz es largo y lleno de dificulatades. Para entender el conflicto árabe-israelí (la manifestación más palpable es la cuestión Palestina) es necesario retroceder en la historia para intentar ver las raíces y los orígenes.

Los orígenes del conflicto

Para hablar de los orígenes de este conflicto haremos referencia al período colonial, pero nos podríamos remontar mucha más atrás en el tiempo. El debate sobre los “derechos históricos” que reclaman los judíos sobre el territorio de Palestina se remonta hasta 3.000 años a.C. En este debate intervienen la historia, los textos bíblicos y sus diferentes interpretaciones.

Del siglo XV al XIX, el territorio de Palestina estuvo bajo la dominación otomana. En 1876, se reunió el primer Parlamento otomano en Constantinopla, y ya en este parlamento estaban presentes diputados palestinos elegidos por Jerusalén. Fue en 1881 cuando el Gobierno otomano permitió a los judíos establecerse por todo el imperio, a excepción de Palestina. A pesar de las presiones de las potencias europeas, el gobierno otomano continuó con su política. Sólo permitía que los judíos fuesen a Palestina como peregrinos, nunca para establecerse. En 1882 se produce la primera ola de inmigración judía patrocinada por el barón Edmond de Rothschild. Esta situación provoca la primera protesta palestina, que se produce en 1891. Fruto de ésta, en 1893 el gobierno otomano prohibió la venta de suelo estatal a los judíos de Palestina, mientras continuaban las presiones de las potencias europeas.

En 1896, un austríaco llamado Theodor Herzl publica el libro Der Judensataat (el Estado judío) donde aboga por la creación de un Estado judío, ya sea en Palestina o en Argentina. Esta publicación provocó las protestas del sultán otomano Abd-al Hamid II, quien dijo que nunca aceptaría la división de su imperio.

En 1897 se celebró el primer Congreso Sionista en Suiza. En este congreso se decidió que la mejor opción era Palestina (Argentina ya era en aquellos momentos una entidad estatal). La opción de Palestina fue finalmente escogida a pesar de las dificultades económicas que comportaba (escasez de recursos), y sin tener en cuenta que en aquellos momentos en Palestina vivían medio millón de árabes. También desestimaron otros destinos como Uganda, Libia, y la península del Sinaí (Egipto). Además, durante este Congreso se creó la Organización Mundial Sionista (World Zionist Organization, WZO). La prensa árabe reaccionó con alarma ante la celebración y las conclusiones del Congreso. El diario del Cairo Al-Manar alertó sobre la intención del sionismo de tomar posesión de Palestina. Y parece que no iban mal encaminados, en 1900, Keren Keyemeth, de la Fundación Nacional Judía, creó un organismo dentro de la WZO encargado de adquirir tierra en Palestina con la intención de que ésta fuese ocupada y trabajada exclusivamente por judíos. En 1904 había en Palestina 70.000 judíos, en 1914 llegaron a ser 150.000, pero con la Primera Guerra Mundial su número disminuyó debido a que Palestina fue uno de los teatros de operaciones militares. Ya en 1910, el periodista palestino Najib Nassar publica el primer libro en árabe sobre el sionismo, Zionist: Its History, Objectives and Importance («Sionismo: historia, objectivos e importancia»), hasta aquel momento los árabes de Palestina sólo conocían este fenómeno a través de artículos en periódicos del Cairo y Damasco.

En 1914 se inicia la Primera Guerra Mundial, en la que el imperio otomano participa al lado del imperio austro-húngaro. Durante la guerra se produjeron dos hechos de vital importancia para Palestina. En primer lugar, Francia y Gran Bretaña firmaron el acuerdo Sykes-Picot, por el que Palestina quedaba bajo control británico. Y en segundo lugar, el ministro de Asuntos Exteriores británico lord Balfour envió una carta al barón Edmond de Rotschild (la Declaración de Balfour), donde aseguraba que el Gobierno de Gran Bretaña era favorable y simpatizaba con las intenciones sionistas de fundar un estado judío en Palestina, y que no pondría ningún impedimento para la consecución de este objetivo.

La Declaración de Balfour

Estimado Lord Rothchild: tengo el placer de comunicarle, en nombre de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones judeosionistas, declaración que ha sido puesta en consideración del Gabinete y aprobada por éste.

El Gobierno de Su Majestad prevé con simpatía el establecimiento en Palestina de un Estado nacional para el pueblo judío y pretende tomar los esfuerzos necesarios para facilitar el cumplimiento de este objetivo, dejando claro que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatuto político de que gozan los judíos en cualquier país.

Agradecerá que ponga usted esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.

Arthur James Balfour (2 de noviembre de 1917).

Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16.

Esta Declaración supuso una garantía del Gobierno británico, que después de la Primera Guerra Mundial se convirtió en la nueva potencia administradora de Palestina (además de Transjordania y Mesopotamia -el actual Irak). La paz de Versalles estableció que los territorios árabes conquistados no serían devueltos al imperio otomano. Es en estos momentos cuando tiene lugar el Primer Congreso Nacional Palestino en Jerusalén (27 de enero de 1919). Este Congreso envió dos memorándums a Versalles donde rechazaba la Declaración de Balfour y pedía la independencia para Palestina. En marzo de 1920, la Conferencia de Paz de San Remo firmó el Mandato para Palestina en Gran Bretaña. La garantía británica, la ayuda de la banca de Rothchild, la Agencia Judía y el dinero de los judíos norteamericanos impulsó una nueva ola de inmigración judía hacia Palestina. Entre 1919 y 1942 llegaron a Palestina unos 350.000 inmigrantes.

Con las sucesivas inmigraciones judías a Palestina empezó a surgir el fenómeno del nacionalismo palestino y el sentimiento de conciencia nacional. El antisionismo que se generó entre la población palestina, que en los años 30 no llegaba a un millón de personas, fue el fruto de las fricciones que surgieron entre vecinos, pero sobre todo de la fuerte desigualdad existente entre las dos comunidades. Los palestinos, con una economía de susbsistencia, se vieron desbordados por la maquinaria y los recursos judíos, a la vez que su tradición chocaba frontalmente con la colectivización de la tierra y las costumbres sociales de la comunidad judía. Muchos terratenientes palestinos vendieron sus tierras a la aldea judía por no poder competir con los rendimientos agrícolas de las tierras de los judíos. También es necesario remarcar que la comunidad judía ofrecía muy buenos precios por las tierras. El primer censo británico de Palestina (octubre de 1922) daba un total de 757.182 habitantes (11 % judíos), el segundo (noviembre de 1931) daba una población de 1.035.154 habitantes (16 % judíos). En enero de 1932 se forma el primer partido político palestino constituido de forma regular, el Istiqlal (independencia), con Awni Abdul-Hadi como presidente. Es en este período donde se suceden los procesos de independencia de Arabia Saudita, Egipto e Irak, también bajo mandato británico. Palestina fue la única colonia ex-otomana que no consiguió la independencia.

En 1939 tuvo lugar en Londres una conferencia sobre Palestina, para analizar una situación que cada vez era más tensa, y que había degenerado en una situación de terrorismo endémico. Es en este mismo año cuando aparece el llamado libro blanco. En este documento, el Gobierno británico, presionado por los gobiernos árabes y por el clima de revuelta que se vivía en Palestina, trató de limitar y de poner freno a la inmigración de judíos hacia Palestina. Este documento fue rechazado por la Agencia Judía, que lo calificó de traición. A pesar de las medidas del libro blanco, la Agencia Judía continuó facilitando la inmigración judía hacia Palestina. Fue en estos momentos (1939), cuando acababa de estallar la Segunda Guerra Mundial, cuando los británicos empezaron a perder el control de la situación. Una situación que empeoró después de la Segunda Guerra Mundial y que fue el fruto del genocidio nazi. El horror vivido por el pueblo judío (entre otros) hizo que la oleada de inmigrantes fuese imparable. En 1947 vivían en Palestina cerca de 600.000 judíos y algo más de un millón de árabes. La situación de terrorismo dejó paso a una guerra civil no declarada.

El clima de violencia y enfrentamiento hizo que la reciente creada Organización de las Naciones Unidas (26 de junio de 1945) tomase en consideración la cuestión Palestina. Así se manifestaba el representante soviético en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1947: «El estudio de la cuestión palestina, comprendida la experiencia del Comité Especial, ha probado que los hebreos y los árabes no quieren o no pueden vivir juntos. (…) Si estos dos pobladores de Palestina -ambos con profundas raíces históricas en esta región- no pueden convivir en el marco de un Estado único, no hay más remedio que formar dos estados: uno árabe y otro hebreo» (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16).

Así, y después de fuertes discusiones, el 29 de noviembre de 1947 se acordó la partición de Palestina. En esta votación, 33 miembros votaron a favor (entre ellos Estados Unidos y la URSS), 13 lo hicieron en contra (Egipto, Siria, el Líbano, Irak, Arabia Saudita, Yemen, Afganistán, Pakistán, Irán, Turquía, India, Grecia y Cuba) y 10 se abstuvieron (entre ellos Gran Bretaña). Cuando se supo el resultado de la votación, los países árabes en seguida manifestaron que nunca aceptarían la partición del territorio, ni la existencia de un Estado judío, visto como una fuerza colonial y exógena. El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 181, que dividía el territorio de Palestina en un Estado judío y otro árabe, ambos divididos en tres unidades físicas, y el establecimiento de un régimen internacional para la ciudad de Jerusalén. De hecho, este plan sólo existió sobre el papel, ya que como veremos más adelante, no se llegó a hacer realidad a causa de la primera de las guerras árabe-israelís (1948). El resultado de esta guerra fue algo muy diferente a lo que proponía el Plan de las Naciones Unidas de 1947.

La proclamación del Estado de Israel (1947) y la guerra de 1948

Desde el momento en el que se dio a conocer el resultado de la votación, las acciones violentas aumentaron por ambas partes. Por la parte árabe, Siria y el Líbano organizaron y financiaron grupos armados irregulares que provocaron el pánico y la muerte entre los judíos, mientras que por la parte hebrea, mucho mejor organizados, destacaron las sangrantes acciones de los grupos terroristas Irgun y Stern (la bomba en el hotel King David -con 91 muertos-, o el asalto a la población palestina de Deir Yessin -con 254 muertos, la mayoría niñós, mujeres y ancianos). Ambas partes parecían prepararse para la guerra, teniendo en cuenta que el mandato británico finalizaba el 15 de mayo de 1948. Efectivamente, el 15 de mayo de 1948 Gran Bretaña abandonó el territorio de Palestina. Sólo unas horas antes del repliegue británico (14 de mayo de 1948), David Bengurion, jefe del gobierno provisional y uno de los padres míticos del Estado de Israel, proclamó unilateralmente el Estado de Israel en Tel-Aviv. Ello provocó lo que parecía inevitable, que comenzara la primera guerra árabe-israelí. La guerra de 1948 (llamada por los israelís guerra de la independencia) empezó justo cuando las tropas británicas embarcaban para irse.

Entre mayo de 1948 y enero de 1949, los árabes de Palestina y los estados árabes de la región (Egipto, Siria, Transjordania, el Líbano, Irak, con el apoyo de Arabia Saudita y Yemen) se enfrentaron al Estado de Israel. En total cinco ejércitos árabes tomaron parte en la guerra. Las tropas de Arabia Saudita entraron en Palestina por el desierto del Neguev (al sur), las tropas de Egipto por la península del Sinaí, los sirios y los libaneses por el norte, y los jordanos por el este. La victoria de Israel fue inapelable. Los saudíes fueron repelidos casi sin luchar, los sirios y los libaneses se replegaron rápidamente hacia el norte, a pesar de que continuó el hostigamiento durante unos meses en Israel desde sus fronteras. En un primer momento el avance de los egipcios llegó a las puertas de Tel-Aviv, pero más tarde fueron obligados a replegarse perdiendo, incluso, el control de la península del Sinaí. El único ejército árabe que mostró organización y capacidad para el combate fue el transjordano. Las tropas transjordanas, a pesar de que cedieron un poco de territorio, ganaron el control de parte de la ciudad vieja de Jerusalén.

La mitificación y la admiración de los israelís por sus fuerzas armadas (Israel Defense Forces, IDF), vienen precisamente de los acontecimientos de esta guerra (y de las que vendrán después), que los israelís consideran gestas heroicas. Es por ello que la mayoría de los personajes importantes en la vida política israelí han sido militares implicados en las diferentes guerras.

La guerra se alargó hasta principios de 1949. Gracias a la mediación de las Naciones Unidas, el final del conflicto llegó el 6 de enero, con la firma, por parte de los actores implicados, de un armisticio (Consejo de Seguridad de la ONU. S/1264/Corr.1), el 23 de febrero de 1949. El balance final de la guerra fue una importante victoria del nuevo Estado de Israel. Israel no sólo mantuvo la zona que le concedía el Plan de partición de 1947, sino que amplió de forma importante el área bajo su control. Israel controlaba el 78 % del territorio de Palestina, cuando el plan de las Naciones Unidas sólo le otorgaba el 55 %. Las regiones de Acre y de Nazaret pasaron a control judío. Por contra, la proyectada Palestina árabe de las Naciones Unidas sólo quedaba en Gaza, administrada por Egipto. Transjordania, por su parte, se anexionó Jerusalén este y la ribera occidental del Jordán (Cisjordania), que había formado parte de la Palestina árabe proyectada por las Naciones Unidas. Con esta anexión, Transjordania pasaba a llamarse el Reino hachemita de Jordania. Las tierras que la ONU otorgó a los árabes de Palestina (11.383 km2) se evaporaron. Israel ocupó 5.728 km2, Egipto se quedó con Gaza (217 Km2) y Jordania con 5.728 Km2 de Cisjordania (es decir, las regiones de Judea y Samaria). A pesar de que tanto árabes como judíos mantuvieron el acceso a la ciudad de Jerusalén, ésta quedó bajo control internacional. En 1950, el Estatuto de la ciudad de Jerusalén quedó recogido en la Resolución T/592 del Consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas, del 4 de abril de 1950.

El resultado más trágico de la partición de Palestina y la posterior guerra fue que 600.000 palestinos (árabes de Palestina) tomaron el camino del exilio. Es esta población árabe (tanto la refugiada como la que se quedó en los territorios ocupados por Israel) la que a partir de aquel momento el mundo conocería como palestinos. Las dificultades que tuvieron que vivir los palestinos, en aquellos momentos transformados en apátridas, fueron responsabilidad de todos los actores implicados en el conflicto: los judíos por haber originado la mitad del éxodo de más de medio millón de palestinos, por negarse a permitir su vuelta (o evitar su marcha) después de la guerra, y por desatender las peticiones de la ONU para que indemnizaran a aquellos que no pudieron volver a sus casas (A/RES/194 (III), de diciembre de 1948); y los países árabes por haberse lanzado a aquella guerra. Además, no concedieron la nacionalidad de sus respectivos países a los palestinos exiliados (ni siquiera a los hijos de éstos nacidos en el exilio), a excepción de Jordania. A pesar de esto, los palestinos que quedaron bajo administración de Jordania (Judea y Samaria) y Egipto (Gaza) quedaron más o menos protegidos. Y, aunque con muchas dificultades, fueron encontrando trabajo y mejorando su situación. Los que se quedaron en territorio controlado (u ocupado) por los israelís se agruparon en campamentos donde no se daban las mínimas condiciones para vivir. Además, tampoco era posible adquirir la nacionalidad israelí, cosa que los convirtió en extranjeros en su propia tierra (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997).

La situación de estos palestinos llegó a ser tan dramática que la Organización de las Naciones Unidas creó la Organización para la Ayuda y la Readaptación de los Refugiados Árabes, UNWRA, establecida en la Resolución 302 de la Asamblea General, el 8 de diciembre de 1949 (A/RES 302 {IV}). La UNWRA definió a los refugiados como «aquellos que tuvieron su residencia normal en Palestina en el período comprendido entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948 y que, como consecuencia del conflicto, perdieron a la vez su casa y sus medios de existencia y encontraron refugio en 1948 en cualquiera de los países donde la UNWRA presta auxilios».

La victoria del Estado de Israel permitió la consolidación del nuevo Estado. Además, esta consolidación tuvo lugar sobre un territorio mucho más extenso, lo que permitió intensificar la política de favorecer la inmigración de judíos de todo el mundo a la nueva patria de Israel. La “ley del retorno”, aprobada por la Knesset, en julio de 1950, establecía que cualquier judío de todo el mundo tenía la posibilidad de convertirse en ciudadano de Israel. En sólo cuatro años (1948-1951) llegaron a Israel 690.000 nuevos inmigrantes. Los llamados padres de la patria judía, David Bengurion, Levi Eskol, Ben Zvi y Golda Meir, fueron los fundadores del Partido Laborista (Mapai), partido de los trabajadores socialistas, y de la Federación Sindical (Histadruth). Es por ello que los primeros gobiernos de Israel fueron laboristas (David Bengurion 1948-1953 i 1955-1963; M. Sharett 1953-1955; Levi Eskhol 1963-1969). La máxima preocupación de los primeros gobiernos de Israel fue la consolidación del nuevo Estado, de las instituciones y del sistema político parlamentario, y sobre todo la creación de un Ejército nacional, moderno y profesional, pero a la vez con un alto grado de identificación con su pueblo a través de soldados de reemplazo y reservistas (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997, y History of Israel Defense Forces).

Los palestinos, por su parte, estaban más preocupados por sobrevivir en su propia desgracia que por organizarse políticamente, y dejaron la cuestión en manos de los países árabes. Ello no impidió que algunos grupos cogieran las armas para defender sus intereses. De 1948 a 1956 se registraron un millar de atentados en Israel que provocaron unos 400 muertos y más de 500 heridos. Israel, por su parte, respondió con durísimas represalias que causaron muchos muertos en las zonas fronterizas con Egipto, Jordania y el Líbano. Durante este período sólo se registró la creación de un grupo de resistencia mínimamente organizado: el Movimiento Nacionalista Árabe, liderado por el doctor Georges Habache (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16).

La región vivió en aquellos años un clima de guerra permanente. La guerra estallaría de nuevo en la región en 1956, el detonante de la cual fue la nacionalización del canal de Suez por parte del presidente egipcio, Gamal Abdel-Nasser. Nasser llegó al poder en Egipto en 1954 (el golpe militar fue el 23 de julio de 1952), cuando expulsó del poder a la monarquía instaurada por los británicos poco antes de su independencia (1936), personalizada en el rey Faruq I. Dos años más tarde (1956) sería proclamado presidente de la República de Egipto. Esta nacionalización enfrentó a Egipto con Francia y Gran Bretaña, que todavía disponían de doce años de explotación de esta vía de agua, y supuso el segundo enfrentamiento árabe-israelí en Oriente Próximo.

La nacionalización del canal de Suez y la campaña del Sinaí (1956)

En julio de 1956 el presidente egipcio Gamal Abdel-Nasser nacionalizó el canal de Suez, lo que provocó el enfrentamiento con Francia y Gran Bretaña. Al mismo tiempo, cerró la única salida de Israel al mar Rojo, el golfo de Aqaba. Esta situación dio a Israel un motivo para intervenir e invadir la península del Sinaí, hecho que tuvo lugar el 29 de octubre de 1956.

Israel puso en marcha la campaña del Sinaí la madrugada del 29 de octubre. En cuatro días los israelís llegaron a 16 Km del canal, poniendo bajo su control la práctica totalidad de la península del Sinaí. El 31 de octubre, es decir, dos días después de la ofensiva israelí, intervinieron las tropas francesas y británicas. Ocuparon puerto Said, y en tres días controlaron todas las instalaciones del canal. El 6 de noviembre de 1956 finalizaron las operaciones militares. Las presiones de Estados Unidos, de la URSS (ambos contrarios a la intervención) y de las Naciones Unidas pusieron fin al conflicto, provocaron la retirada de franceses y británicos (23 de diciembre de 1956), y la retirada del Ejército israelí al este de la línea fijada por el Armisticio de 1948 (Consejo de Seguridad de la ONU. S/1264/Corr.1). Los soldados británicos y franceses que abandonaron el canal de Suez fueron substituidos por cascos azules de las Naciones Unidas. Lo mismo pasó con las fronteras del Sinaí y de la franja de Gaza, con lo que Israel se protegía de la infiltración de guerrilleros palestinos, y adquiría garantías internacionales de paso por el estrecho de Tiran, en el golfo de Aqaba.

A pesar de la derrota militar, Nasser fue el vencedor moral de la guerra, de hecho consiguió su objetivo, acabar con el control del canal de Suez por parte de los franceses y británicos. La intención de Nasser era controlar el canal para poder financiar la presa de Assuan, vital geoestratégicamente para Egipto, y para impedir el paso de barcos israelís. Al final, fue la URSS la que ayudó a financiar el proyecto de la presa de Assuan. Israel, por su parte, con el enfrentamiento con Egipto y el alineamiento con Francia y Gran Bretaña, pasó definitivamente a formar parte del bloque occidental en los esquemas de la Guerra Fría (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997). Ello supuso, para Israel, un incremento importante del suministro de armas francesas y británicas, una generosa ayuda económica por parte de Estados Unidos, e incluso un reactor nuclear (francés) que fue instalado en Dimona, en el desierto del Neguev (planta de donde se cree que salieron las bombas nucleares israelís, estimadas en 300 unidades). A partir de aquel momento, Oriente Próximo se convirtió en una de las regiones más importantes de la Guerra Fría. La retirada de franceses y británicos la aprovecharon las dos grandes superpotencias para dirimir sus diferencias.

En medio de todo esto, los palestinos empezaron a poner los cimientos (cara y ojos) del movimiento nacional palestino. Es a partir de este momento cuando los refugiados palestinos empezaron a organizarse. En 1956 surgía entre los refugiados de Kuwait el primer embrión de Al-Fatah, fundada por Yasser Arafat. Finalmente, los palestinos utilizaron el único factor de cohesión existente entre los países árabes en aquellos momentos: la causa palestina. En mayo de 1964 se creó en Jerusalén, bajo los auspicios de la Conferencia de los Estados Árabes (El Cairo), y sobre todo del presidente egipcio Nasser, y con el beneplácito de la Liga Árabe, la Organización para la Libearción de Palestina (OLP). Además, en esta reunión se establecieron las estructuras del Consejo Nacional de Palestina (CNP), del Comité Ejecutivo de la OLP (12 miembros elegidos por el CNP), de la Reserva Nacional ($), del Ejército de Liberación de Palestina (ELP) y de la Ley básica del futuro Estado palestino. Este proceso dio lugar a la Carta Nacional Palestina del 17 de julio de 1968.

En Israel, después de la campaña del Sinaí, continuaron los gobiernos laboristas, primero de David Bengurion (1956-1963) y después de Levi Eskhol (1963-1969), ambos padres fundadores de la patria judía. La tarea política se encaminó a continuar con el proceso de consolidación del Estado de Israel, de sus instituciones y de la economía. A mediados de la década de los 60, Israel tenía cerca de tres millones de habitantes, con una clara mayoría judía (86 % de judíos; 8 % de musulmanes; 2 % de cristianos; 1 % de drusos).

Durante los años posteriores al conflicto del Sinaí, la tensión verbal y militar entre Israel y los países árabes no paró nunca. Se sucedieron incidentes armados importantes con Egipto, Jordania, Siria y con los propios palestinos. Oriente Próximo no tardó muchos años en volver a vivir en guerra. En verano de 1967 tuvo lugar la llamada Guerra de los Seis Días.

La Guerra de los Seis Días (1967)

Dos hechos importantes determinaron la llamada Guerra de los Seis Días. El 18 de mayo de 1967, el presidente egipcio Nasser pidió a las Naciones Unidas que retirara los cascos azules de Gaza, el Sinaí, y de las islas de Tiran y Sanafir (Golfo de Aqaba). Sorprendentemente, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Uthant, accedió a la demanda. Egipto movilizó 80.000 hombres en el Sinaí y ocupó las islas de Tiran y Sanafir (Golfo de Aqaba) el 22 de mayo. Ello volvió a poner en peligro la salida de los barcos israelís al mar Rojo, y fue considerado una provocación por Tel-Aviv. Al mismo tiempo, la retirada de los cascos azules de la franja de Gaza permitió a los activistas palestinos recibir el apoyo egipcio y facilitó sus acciones en Israel. El activismo armado palestino comenzó a ser cada vez más profesional (entrenamiento, armas, etc.) y autónomo.

Otra circunstancia ayudó a enturbiar más el ambiente en la región. En el mismo mes de mayo de 1967, Egipto, Siria e Irak firmaron un pacto de defensa, que ante los ojos israelís constituía un nuevo frente árabe que ponía en peligro la seguridad de Israel. Este pacto suponía una fuerza militar muy superior a la suya. A pesar de los intentos de mediación internacional, Egipto se negó a desbloquear el Golfo de Aqaba. El día 5 de junio de 1967, y sin previo aviso, Israel desencadenó la Guerra de los Seis Días.

El 5 de junio de 1967, la aviación israelí bombardeó los aeródromos militares de Egipto, en una acción que dejó a Egipto prácticamente sin potencial militar aéreo. Al mismo tiempo, la misma operación se repitió sobre los aeródromos de Siria, Jordania e Irak, que también perideron su capacidad ofensiva aérea. El día 6 de junio, Israel abrió un nuevo frente en Cisjordania y en Jerusalén este. La ofensiva continuó en la península del Sinaí, donde la aviación israelí bombardeó a las tropas egipcias, que quedaron rodeadas y aisladas de Egipto por el ataque terrestre de los blindados israelís. El día 8 de junio, el Ejército israelí llegaba al canal de Suez. El día 8 de junio finaliza la ofensiva de Cisjordania y de Jerusalén este. El día 9 de junio, Israel inició la campaña del Golán (Siria), y en dos días (9 y 10 de junio) conseguía penetrar 15 kilómetros en territorio sirio y ocupar los altos del Golán. El día 10 de junio se puso fin al conflicto cuando todos los países árabes implicados se adhirieron al acuerdo de alto el fuego establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997).

El resultado fue una nueva victoria israelí en todos los frentes y una modificación de la estructura de poder en la región. En cinco días, Israel consiguió ocupar Gaza, Cisjordania, la península del Sinaí, el este de Jerusalén y los altos del Golán en Siria, un total de 45.000 Km2. Estos territorios ocupados han supuesto una fuente de conflicto permanente. La incorporación de Gaza, Cisjordania y Jerusalén este dentro de las fronteras de Israel dejó dentro una población palestina muy activa y combativa que había llegado allí fruto de los anteriores conflictos. Los árabes perdieron sus flamantes ejércitos. Además, el conflicto provocó 15.000 muertos, 50.000 heridos y más de 11.000 prisioneros. Este nuevo conflicto árabe-israelí provocó una crisis internacional muy grave. La Unión Soviética amenazó con intervenir directamente y, como respuesta, Estados Unidos enviaron la VI Flota a la costa de Siria. Las afirmaciones de Nasser acusando a Estados Unidos de haber ayudado a Israel (Nasser afirmó que la tecnología que permitió a los israelís evitar los radares egipcios fue facilitada por Estados Unidos) provocaron que algunos países árabes rompieran relaciones con Washington y se acercaran a Moscú.

La ONU debatió durante seis meses la nueva situación creada fruto del conflicto. Finalmente, el 22 de noviembre de 1967, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 242 (S/RES/242 (1967)) que fue muy polémica. En esta Resolución, el Consejo de Seguridad reconocía el derechos a la soberanía y a la integridad del Estado de Israel; pero, al mismo tiempo, denunciaba la adquisición de territorio por la fuerza de las armas por parte de Israel, solicitaba su retirada e instaba a Israel a solucionar el problema de los refugiados palestinos. Estas denuncias y exigencias del Consejo de Seguridad a Israel no se encuentran en el texto «History: The State of Israel» (Historia: El Estado de Israel), que publica en su web el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel. Esta Resolución, en cambio, no hacia ninguna referencia al Estado palestino. Los países árabes y la URSS la consideraron insuficiente y se negaron a firmar la paz. Esta Resolución generó problemas en su interpretación. La versión inglesa dice que Israel debería retirarse de territorios ocupados, en cambio, la traducción en francés y en castellano habla de los territorios ocupados. Evidentemente, los israelíes sostienen que la buena es la primera (inglés), y los palestinos exigen que se cumpla la segunda (francés y español).

Las consecuencias de la derrota para el mundo árabe fueron muy importantes. Esta derrota significó el principio del fin de Nasser y su “panarabismo” (concepción no religiosa de la política, y la voluntad de la unificación del mundo árabe), es decir, un fracaso en el intento de modernización del islam y del socialismo árabe. El declive del “panarabismo” fortaleció las tesis del “panislamismo” (concepción religiosa de la política) moderado y “prooccidental” sostenidas por regímenes como el de Arabia Saudita. A la vez, y fruto de esta derrota, empezó a surgir un discurso islamista mucho más radical y violento, que hacía una lectura religiosa de la derrota: los judíos habián ganado la guerra porque habían sido fieles a su religión, a diferencia de la comunidad árabo-musulmana que había abandonado la suya y se había vendido a los modelos extranjeros (en clara referencia al “panarabismo” de Nasser). A la vez, esta derrota contribuyó definitivamente a la autonomía de la Organización para la Liberación de Palestina respecto de los países árabes, sobre todo de Egipto, a medida que la facción de Al-Fatah conseguía la mayoría en el seno de la OLP. Esta situación llevó a Yasser Arafat a la dirección de la OLP (2 de febrero de 1969), que impuso las bases de un futuro Estado palestino y optó por enfrentarse militarmente a Israel (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997). La derrota había demostrado a los palestinos que los estados árabes no les podían ayudar.

Es a partir de estos momentos cuando el movimiento nacionalista palestino crece y empieza a convertirse en un actor importante en la región (nuevas organizaciones políticas y armadas, más preparación y más armas). Este crecimiento en importancia no fue sólo políticamente (con la llegada de Arafat, que como moderado era bien visto por los gobiernos árabes), sino que también aumentaron los ataques a Israel tanto desde sus bases en Jordania y en el Líbano como desde los territorios ocupados. Entre 1967 y 1970, la actividad terrorista palestina fue muy intensa. En aquel período las acciones palestinas causaron un millar de muertos israelís y muchos más palestinos, fruto de las represalias judías. Sus acciones (atentados, secuestros de aviones, etc.) hicieron que su causa fuera conocida en todo el mundo. Esta dinámica contribuyó a aumentar la tensión y la represión de los israelís en los territorios ocupados fue brutal. Los seis meses siguientes a la Guerra de los Seis Días, las fuerzas de seguridad judías dinamitaron cerca de un millar de casas (de guerrilleros y de personas relacionadas con ellos), y detuvieron a cualquier sospechoso de ser terrorista, familiar o amigo de un terrorista (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16).

Por otra parte, la situación de las guerrillas palestinas en Jordania empezó a ser incómoda para el rey Hussein, que vio como, en el interior de Jordania, el Frente Popular de Liberación de Palestina, FPLP (Fracción Comunista de la OLP), fundado por Georges Habash el mismo 1967, comenzaba a crear una especie de estado dentro del Estado. Cuando en 1970 el rey Hussein de Jordania se mostró partidario del Plan de paz elaborado por el Secretario de Estado norteamericano, tuvo que enfrentarse a un golpe de estado protagonizado por el Frente Popular de Liberación de Palestina. El FPLP llegó a establecer un aeropuerto pirata (Camp Dawson), donde iban a parar muchos de los aviones que secuestraban. El día 9 de septiembre de 1970, los palestinos llegaron a retener a la vez a 1.062 rehenes fruto del secuestro de tres aviones. Ello provocó una determinación de Hussein de Jordania, que el 10 septiembre de 1970 manifestó lo siguiente: “Mi ejército se está impacientando. No podrá soportar durante mucho tiempo que no se respete la autoridad del Estado. El Frente Popular de Liberación de Palestina se ha excedido: no contentos con el establecimiento de un aeropuerto pirata en mi territorio, confeccionan sellos oficiales, proporcionan visados, regulan la circulación sobre las grandes carreteras, retienen rehenes y establecen negociaciones con potencias extranjeras…” (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16).

El septiembre negro

El día 15 de septiembre de 1970, el rey Hussein de Jordania nombró primer ministro militar al general Mahali, que el día 16 desencadenó una ofensiva contra los palestinos. Esta ofensiva se alargó hasta el 24 de septiembre de 1970. Según la UNWRA, murieron unos 10.000 palestinos y no menos de 15.000 resultaron heridos. La cumbre árabe, convocada en el Cairo, y dominada por los países moderados que desaprobaban la acción jordana, puso fin a la masacre. Esta acción del Ejército jordano es llamada por los palestinos como el septiembre negro. El rey Hussein impuso la salida de los guerrilleros de las ciudades, su estacionamiento a lo largo del rio Jordán y el desarme completo de los centros urbanos; y reconoció como único representante legal de los palestinos a Yasser Arafat. Esto significó el fin de las guerrillas palestinas en Jordania. El nuevo emplazamiento los dejaba indefensos ante los comandos judíos. Una gran parte de los palestinos residentes en Jordania, sobre todo los grupos armados, emigraron hacia el Líbano

De Jordania al Líbano. La Guerra del Yom Kippur (1973)

La llegada de los refugiados palestinos al Líbano generó una situación muy tensa. El Líbano se convirtió en un santuario para los grupos palestinos más violentos, que a partir de 1971 reemprendieron las acciones de castigo contra Israel, a la vez que se especializaron en el terrorismo internacional. Su reaparición mundial tuvo como marco los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. En aquella acción ocho guerrilleros palestinos secuestraron a once atletas y entrenadores judíos. El desenlace de aquella acción fue dramático, los terroristas asesinaron a los secuestrados antes de caer abatidos por la policía alemana. La respuesta israelí no se hizo esperar. Sólo tres días después la aviación israelí atacó un campo de refugiados en el Líbano en el que murieron 65 personas. Ésta fue la primera intervención de Israel en el sur del Líbano. En aquellos momentos, el Líbano estaba gobernado por Bashir Gemayel, miembro de la Falange Libanesa. El Gobierno de Israel estableció negociaciones con la Falange Libanesa para que el Gobierno de Beirut llevase a cabo una operación parecida a la que se produjo en Jordania (septiembre negro). Esta operación tenía que ser financiada con dinero y armas judías. En 1973 se produjeron fuertes enfrentamientos armados entre los palestinos y las fuerzas de seguridad libanesas. Además, durante 1973, la aviación israelí llevó a cabo ocho acciones militares aéreas en el sur del Líbano.

La tensión se volvió a disparar e inevitablemente la nueva escalada sólo tardó seis años después del último alto el fuego. Esta vez el conflicto estuvo protagonizado por Egipto (ahora con Anuar el Sadat al frente) en el Sinaí y por Siria en los altos del Golán.

La Guerra del Yom Kippur (1973)

El día 6 de octubre de 1973, mientras los judíos celebraban el día del Yom Kippur (día del perdón), una de las principales fiestas del calendario judío, el Ejército egipcio lanzó un ataque por sorpresa en el norte del canal de Suez, rompió la línea de Bar-Lav y se internó en el Sinaí. Al mismo tiempo, el Ejército sirio lanzó otra ofensiva en los altos del Golán que rompió las defensas israelís y llegó a amenazar la región de Galilea. Esta nueva escalada cogió a Israel por sorpresa y, en un primer momento, su situación llegó a ser muy comprometida. La cuarta guerra árabo-israelí fue la más costosa para Tel-Aviv, tanto en vidas humanas como en recursos, y la única que no pudo decantar a su favor con facilidad.

Tres días más tarde, Israel consiguió estabilizar la ofensiva después de bombardear el sur del Líbano, Damasco y Egipto. Pero la progresiva incorporación al conflicto de nuevos actores árabes hizo que Israel viviese la situación más crítica desde su creación, llegando incluso a pensar en la disuasión nuclear. Efectivamente, primero los aviones iraquís (9 de octubre) y después las tropas jordanas (13 de octubre) tomaron parte en el conflicto. Fue el día 15 de octubre cuando Israel tomó la inciativa. En el sur, cruzó el canal de Suez y llegó a amenazar el Cairo (cosa que no había hecho nunca), y en el norte, después de uno de los enfrentamientos con carros de combate más importantes desde la Segunda Guerra Mundial, el Ejército sirio se replegó e Israel volvió a ocupar los altos del Golán.

Este nuevo conflicto fue diferente a los anteriores. En primer lugar, provocó la intervención de las dos grandes superpotencias. La Unión Soviética estableció un puente aéreo para apoyar a los países árabes y Estados Unidos hizo lo mismo con Israel. En segundo lugar, dejó muchos interrogantes para la historia, como por ejemplo, el porqué de la falta de prevención de Israel, o la falta de diligencia de sus servicios secretos, que fueron incapaces de detectar una operación militar de tal alcance (sobre todo cuando algunas informaciones aseguran que Brésnev la conocía quince días antes). Otra circunstancia que hizo diferente el conflicto del Yom Kippur fue la guerra del petróleo que se desencadenó paralelamente en el seno de la Organización de Países Exporadores de Petróleo (OPEP). La subida del precio del petróleo perjudicó profundamente a las economías de Japón y de los países de la UE (principales competidores de Estados Unidos), y provocó que Arabia Saudita pasara a controlar la OPEP, desbancando así del liderazgo a Líbia y Argelia (regímenes claramente panarabistas y pro-soviéticos), y dando así el triunfo al panislamismo moderado. Así pues, los dos grandes beneficiados por las circunstancias fueron Arabia Saudita y Estados Unidos, que reforzaron su papel en la región y en todo el mundo.

Una vez más la victoria militar fue para Israel, pero la derrota árabe no fue humillante como la de 1967 (de hecho, Israel conservó las posiciones que había conseguido en 1967). Hay autores que afirman que la contraofensiva israelí se moderó de forma consciente para no volver a infringir una derrota humillante a los países árabes (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997). Además, Egipto consiguió estabilizar sus líneas al este del Canal, lo que más tarde le ayudaría a negociar la paz con un plano de igualdad con Israel.

Para los palestinos, esta guerra supuso una nueva desilusión. La solución final del conflicto todavía les continuaba alejando del retorno a su tierra. A pesar de esto, el movimiento nacionalista palestino y su guerra contra Israel continuaba prácticamente igual. No podían operar desde Jordania, y desde Siria era muy difícil, por lo que de nuevo el Líbano se transformó en el centro de sus acciones contra el Estado de Israel.

1974: el año de la Organización para la Liberación de Palestina

El año 1974 fue un buen año para la OLP y su líder, Yasser Arafat. El 14 de octubre de 1974, la OLP fue reconocida por la Asamblea General de las Naciones Unidas como representante legítimo de los intereses del pueblo palestino, mediante la Resolución 3210 (A/RES/3210 (XXIX)), del 14 de octubre de 1974. El 13 de noviembre Yasser Arafat se dirigió en un discurso de cuarenta minutos a la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde reclamó el derecho a vivir en su tierra y a ejercer una soberanía independiente. Arafat acabó su discurso con esta frase: «Hoy he llevado una rama de olivo y un fusil de combatiente por la libertad. No permitan que la rama caiga de mi mano. Repito, no permitan que la rama caiga de mi mano…» (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16).

Durante un tiempo, los palestinos vieron recompensada su lucha. La ONU volvió a reconocer su derecho a volver a sus casas, al mismo tiempo que la OLP recibió el estatus de observador permanente en la organización. La UNESCO suspendió todas sus ayudas a Israel y la Comisión de Derechos Humanos condenó a Israel por las actividades de terrorismo de estado. Condena que quedó recogida en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas – A/RES/3240 (XXIX) (A-C), de noviembre de 1974. Esta Resolución realizaba las denuncias siguientes:

· La anexión de partes de los territorios ocupados como resultado de un conflicto.
· El establecimiento de asentamientos israelís y la transferencia de población ajena a estos asentamientos.
· La destrucción y demolición de casas, villas y pueblo árabes.
· La confiscación y expropiación de propiedades árabes en los territorios ocupados, y la adquisición de éstos por las autoridades israelís.
· La evacuación, deportación, expulsión y desplazamiento de población árabe a los territorios ocupados, y el impedimento de su retorno.
· Arrestos masivos, detenciones administrativas (hasta seis meses sin tener que demostrar ningún cargo) y malos tratos a la población árabe de los territorios ocupados.
· El robo de propiedades culturales y arqueológicas.
· La interferencia en la libertad de culto o religión y su práctica, así como en las costumbres y los derechos de las familias.
· La explotación ilegal tanto de los recursos como de los habitantes de los territorios ocupados.

Después de la Guerra del Yom Kippur, y de los acontecimientos que vivió la OLP, Israel fijó sus intereses en expulsar del Líbano a los palestinos. El Gobierno de Tel-Aviv continuó sus conversaciones con el Gobierno libanés, dominado por la Falange Libanesa de Bashir Gemayel. En el Líbano estaba sucediendo lo mismo que en Jordania. Los palestinos, numerosos y bien armados, empezaban a dominar la calle, las comunicaciones y las zonas estratégicas del norte del Líbano, pasando por encima, en ocasiones, de las autoridades libanesas. Muy pronto se cerraron las negociaciones y fue cuestión de tiempo que pasase lo mismo que había sucedido en Jordania.

La guerra del Líbano y los acuerdos de Camp David (1975-1982)

En 1975, después de uno de los numerosos bombardeos israelís a posiciones palestinas en el sur del Líbano, las fuerzas de seguridad libanesas desencadenaron una ofensiva desde el norte hacia el sur. La guerra del Líbano fue desastrosa tanto para el Líbano como para los palestinos. Esta guerra desintegró al Líbano como país, desapareció el Ejército, destrozó la economía y resultó ocupado por fuerzas sirias que llegaron como fuerzas de pacificación. Para los palestinos, esta guerra fue más perjudicial que lo que sucedió en Jordania. No sólo costó muchas vidas, sino que, además, dividió a la OLP. Los enfrentamientos entre las fracciones de la OLP fieles a Yasser Arafat y las fracciones más radicales (el Frente Popular para la Liberación de Palestina FPAP, FPDLP) fueron muy fuertes.

Entretanto, en el resto de la región los acontecimientos se sucedían en una dirección muy diferente. A partir de 1975, Egipto rompió totalmente con la URSS, y puso en marcha un proceso de acercamiento a Estados Unidos y a Israel. En 1977, el presidente egipcio Anuar el Sadat hizo una visita a Jerusalén y pronunció un discurso en la Knesset. Es en aquellos momentos cuando la diplomacia de Estados Unidos dio el golpe definitivo para reafirmar su influencia en la región. En septiembre de 1978, Estados Unidos, Israel y Egipto firmaron los acuerdos de Camp David, y el 26 de marzo de 1979, Israel y Egipto firman un Tratado de Paz en Washington, que ponía fin a un estado de guerra que había durado treinta años. A partir de estos momentos, Egipto se convirtió en uno de los principales garantes de la seguridad de Israel, y ambos fueron normalizando sus relaciones. En 1980 establecieron relaciones diplomáticas, y entre 1980 y 1982 Israel se retiró de la península del Sinaí.

OLP: del Líbano a Túnez

En contraposición a todo este proceso, la situación en el Líbano preocupaba mucho al gobierno israelí. La guerra en el Líbano se estaba decantando a favor de los palestinos, que poco a poco, a medida que controlaban más territorio en el Líbano, reanudaron sus acciones contra el Estado de Israel. Israel mantuvo una posición de dureza contra los regímenes árabes (excepto Egipto) y la OLP. En diciembre de 1981, la Knesset votó la anexión del Golán a Israel y el 6 junio de aquel mismo año el Ejército israelí inició la invasión del Líbano. El objetivo de Israel en esta invasión era alejar la dirección de la OLP de los territorios ocupados, y limitar la capacidad de los grupos violentos que actuaban desde el Líbano.

Rápidamente las tropas israelís se encontraron a las puertas de Beirut, donde los palestinos ofrecieron más resistencia. Después de dos meses de asedio, la OLP de Yasser Arafat se vio obligada (para salvar la vida) a aceptar la mediación internacional y a abandonar Beirut para ir a parar a Túnez. Esta salida fue posible gracias a la mediación internacional, que el 21 de agosto llegó a un acuerdo por el cual Isarel permitió la salida de los palestinos armados, y se comprometía a dejar el Líbano. La salida de la OLP se produjo en otoño de 1983, pero la salida de las tropas de Israel fue muy lenta (tres años) y no completa. Israel se reservó la presencia en una franja en la frontera del Líbano, de unos setenta kilómetros de largo y entre ocho y quince kilómetros de profundidad, que Israel llamó zona de seguridad. Bajo la ocupación israelí, fue nombrado presidente del Líbano Bashir Gemayel, jefe de la Falange Libanesa. Gemayal resultó muerto en un atentado terrorista el 13 de septiembre de 1982.

A pesar del alejamiento de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, la OLP continuó sufriendo las represalias de Israel. En 1985, aviones israelís bombardearon la sede central de la OLP en Túnez. Esta acción de Israel se produjo como represalia por el asesinato de tres turistas judíos en la isla de Chipre. El alcance geográfico de las represalias da una idea de cómo la sombra de Israel era cada vez más alargada. En 1985, se reprodujeron conflictos en los campos de refugiados palestinos en el Líbano. Esta vez los palestinos se tuvieron que enfrentar con la organización Amal, de orientació chiíta, financiada y controlada por Siria.

1986: Cambio de orientación en la OLP. La Intifada

El alejamiento de los territorios ocupados (Túnez), los diferentes contratiempos sufridos por el movimiento palestino (en Jordania y el Líbano) y la división traumática de la organización, hizo que Yasser Arafat cambiase de estratagema. Este cambio consistió, sobre todo, en dar mayor protagonismo a la población y a los dirigentes de los territorios ocupados en Cisjordania, Gaza y Jerusalén.

Así, en 1986, en el transcurso de la VIII Conferencia de los Países No Alineados, celebrada en Harare (Zimbabwe), Yasser Arafat anunció que la OLP aceptaba la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 22 de noviembre de 1967. La aceptación de esta Resolución implicaba que la OLP reconocía el derecho a existir del Estado de Israel y exigía, con más legitimidad si cabe, la retirada de Israel de todos los territorios ocupados.

Es a partir de este momento cuando entra en acción la población de los territorios ocupados de Gaza, Cisjordania y Jerusalén (con 750.000, 700.000 y 125.000 palestinos, respectivamente). En diciembre de 1987, esta población se levantó contra el Ejército israelí. Los niños y jóvenes palestinos se enfrentaron con piedras a uno de los mejores ejércitos del mundo, había empezado la Intifada. Rápidamente se constituyó una Dirección Unificada de la Intifada, órgano encargado de la dirección de la insurrección. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y contribuyeron a resucitar la OLP. Al mismo tiempo, a finales de 1987, nace en los territorios ocupados el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamas. Sus fundadores fueron los jeques Ahmad Yassin y Abdulaziz Rantissi. Hamas se definió como un movimiento nacionalista y participó en la Intifada, pero sin aceptar la dirección unificada controlada por la OLP. En 1989 fue ilegalizada, hecho que provocó un distanciamiento definitivo de Arafat y de su línea moderada.

El 15 de noviembre 1988, después de que Jordania renunciase a cualquier reivindicación sobre Cisjordania, el Consejo Nacional Palestino proclamó el Estado Independiente de Palestina (del cual Yasser Arafat sería nombrado presidente en 1989), desestimó la lucha antiterrorista como un instrumento de acción política, reafirmó la aceptación de las resoluciones 181 (Plan de partición de 1947) y 242 de las Naciones Unidas y aseguró que el trazado de las fronteras del Estado Palestino sólo saldrían de una negociación con Israel.

Fue la Intifada la que salvó a la OLP y a todo el movimiento palestino. Israel, gobernado en aquellos momentos por el conservador del Likud, Isaac Shamir, vio cómo los gobiernos de Estados Unidos y de Europa se distanciaban de su posición (represión en los territorios ocupados y el aumento de la construcción de nuevos asentamientos judíos). Esta situación fue generada en parte por la presión que ejerció la difusión por parte de la prensa mundial de la situación en los territorios ocupados. En abril de 1989, el Consejo Nacional Palestino escogió a Yasser Arafat como el primer presidente del Estado de Palestina.

La caída del muro de Berlín y la Guerra del Golfo

En 1989 se produjo la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión Soviética. Este acontecimiento afectó a la estructura geopolítica mundial y tuvo importantes repercusiones por lo que respecta al conflicto árabo-israelí. La desaparición de la URSS y la caída del bloque del Este provocó una nueva oleada de inmigrantes. Se calcula que en cinco años, entre 1990 y 1995, llegaron a Israel cerca de medio millón de ciudadanos soviéticos de origen judío. Muchos de ellos fueron alojados en nuevos asentamientos en el territorio ocupado de Cisjordania (con la previa expropiación a sus propietarios palestinos), agravando todavía más el problema de los asentamientos judíos en los territorios ocupados. En 1994 había 169 asentamientos en los territorios ocupados: 143 en Cisjordania, 11 en Gaza y 15 en los altos del Golán. Por otra parte, mientras la antigua URSS vivía mirando a su interior, Estados Unidos aprovechó para tomar la iniciativa en la región.

Otro hecho fue determinante para el futuro de la región. El día 2 de agosto de 1990 las tropas iraquís invadieron Kuwait. Mientras que esta invasión provocó el rechazo de la mayoría de los países del mundo, incluidos muchos países árabes, y la condena de las Naciones Unidas, Yasser Arafat dio su apoyo a la acción de Saddam Hussein. Es posible que la posición de Arafat respondiera más a un estado de desesperación que a una decisión política meditada. Parece que Arafat, viendo que el Estado de Israel no ofrecía ningún signo claro en la dirección hacia una solución negociada del problema, vio ingenuamente en Irak una potencia militar capaz de vencer militarmente a Israel (Las Guerras Palestinas, David Solar. Cuadernos del Mundo Actual. Historia 16). Tenemos que pensar que el control de Kuwait hubiera dado a Irak el control del mercado mundial de petróleo (sólo Irak ya es uno de los mayores productores mundiales de petróleo), y unos recursos financieros muy importantes. Pero Arafat no calculó bien su posición, sobre todo si tenemos en cuenta que la acción de Irak supuso una de las violaciones más graves que se pueden dar en derecho internacional. Las Naciones Unidas no tardaron en reaccionar, autorizando el uso de la fuerza para obligar a Irak a abandonar el territorio de Kuwait. Quizá el desenlace de la Guerra del Golfo, y la actuación del Ejército aliado (encabezado por Estados Unidos), que fue mucho más allá del objetivo que las Naciones Unidas habían autorizado (Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Resolución 678, de 29 de noviembre de 1990, y Resolución 660, de 2 de agosto de 1990), tienen muchos puntos negros; pero la acción de Saddam Hussein fue, sin duda, una violación flagrante del Derecho Internacional.

Después de la Guerra del Golfo, Arafat y la OLP perdieron credibilidad ante aquellos que habían condenado la invasión de Kuwait. Israel, por contra, salió reforzado por haber resisitido el ataque directo de Irak sobre su territorio sin responder. La entrada de Israel en este conflicto podría haber llevado a una situación muy grave y de consecuencias imprevisibles. Fue la neutralidad israelí la que permitió que el conflicto quedara localizado en Kuwait y en Irak.

El apoyo de los países árabes en el seno de la comunidad internacional en el conflicto de Irak en 1990, les dio legitimidad y fuerza a la hora de exigir a Israel el cumplimiento de las resoluciones 242 (S/RES/242), del 22 de noviembre de 1967, y 338 (S/RES/338) de las Naciones Unidas. A las presiones de los países árabes se añadió la voluntad de Estados Unidos, ahora autoproclamado garante de la paz y la seguridad mundial, coincidiendo con el inicio de la decadencia soviética. Fue la redefinición de la estructura política y militar de la región la circunstancia que permitió la apertura de un proceso de paz para Oriente Próximo en 1991. Esta redefinición de las estructuras se dio por la alianza entre los países árabes moderados (y alguno que no lo era, como Siria) y los países occidentales (encabezados por Estados Unidos), y la no intervención directa de Israel en el conflicto del Golfo. La voluntad y los objetivos de Estados Unidos en este proceso eran diversos. En primer lugar, llegar a un acuerdo que garantizara la existencia del Estado de Israel y el progresivo reconocimiento de éste por parte de los países árabes moderados. En segundo lugar, concretar los limites de la futura autonomía palestina, y favorecer el liderazgo de Yasser Arafat y las facciones moderadas de la OLP. Y, en tercer lugar, intentar poner fin al conflicto del Líbano e integrar a Siria en el proceso de paz (Antoni Segura, El món àrab actual, Eumo Editorial/Universitat de Girona, 1997). Todo este proceso se abrió el 30 de octubre de 1991, en la Conferencia de Paz en torno al Oriente Próximo, celebrada en Madrid (España).