De padre palestino y madre egipcia, Yasser Arafat nace el 24 de agosto de 1929 en El Cairo, donde pasa la mayor parte de su infancia. En 1948 abandona la Universidad de El Cairo para participar en los combates de Palestina.

Tras la derrota se refugia en Gaza y, después, vuelve a la capital egipcia para retomar sus estudios de ingeniería. Inicia sus actividades públicas en Egipto, donde dirige la federación de estudiantes palestinos (1952-1956), siendo investigado en esa época por sus presuntas relaciones con los islamistas de los Hermanos Musulmanes. Se marcha a Kuwait, donde trabaja de ingeniero y allí participa en la fundación de Fatah (palabra creada a partir de las iniciales árabes de Movimiento de Liberación Nacional), que será la facción más importante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fundada en 1964.

En 1969, Arafat es nombrado presidente de la OLP. Desde este cargo busca por todos los medios mantener la autonomía de los palestinos frente a las potencias árabes dominantes, y consigue conferirle peso propio a la resistencia palestina convirtiéndola en un rival temible, tanto en el terreno militar como en el político, para Israel. Además, consigue que la OLP sea reconocida como el único representante del pueblo palestino y hace de esta organización el símbolo de la unidad de un pueblo y de su deseo de independencia.

Tras la Guerra de los Seis Días, Jordania se convierte en la base de operaciones de la OLP, pero el rey Hussein de Jordania no dudará en expulsar por la fuerza a los guerrilleros palestinos que se irán al Líbano entre 1970 y 1971.

Arafat va consiguiendo cada vez mayor reconocimiento internacional y, en 1974, se convierte en el primer representante de una organización no gubernamental, la OLP, en dirigirse al plenario de las Naciones Unidas. A partir de ese año, Arafat se pronuncia a favor de la creación de un Estado palestino junto a un Estado de Israel, y convence a la OLP y a su pueblo de la necesidad de ese compromiso.

El estallido de la guerra civil en el Líbano le lleva a enfrentarse con Siria y con diversas facciones de la OLP apoyadas por este país. Pese a intentar no involucrarse plenamente en la guerra civil libanesa, los ataques de los guerrilleros de la OLP sobre el norte de Israel precipitan la invasión israelí del Líbano. El ejército hebreo, comandado por Ariel Sharon, llega hasta Beirut, que es bombardeado insistentemente. En el marco de esta guerra, milicias falangistas libanesas, en una zona controlada por el ejército israelí, cometen las horrendas matanzas de Shabra y Chatila en las que muchos refugiados palestinos son masacrados. Finalmente, Arafat y la OLP tienen que salir del Líbano y dirigirse a Túnez.

Posteriormente, en 1987 se marcha a Bagdad y consigue reafirmar su autoridad sobre toda la OLP. En noviembre de ese mismo año, la población palestina de Gaza y Cisjordania, ocupadas por Israel desde 1967, inician la Intifada, la «revuelta de las piedras» , que recuerda al mundo la tragedia palestina.

En noviembre de 1988, el Consejo Nacional Palestino proclama la creación de un Estado palestino aceptando la resolución 232 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo que implica el reconocimiento del Estado de Israel.

A partir de la década de los 90 se muestra otro tipo de Arafat, menos combativo y más moderado, y el período se caracteriza por el inicio de su declive.

En octubre de 1991, Arafat y la OLP son ignorados en la Conferencia de Madrid, que da lugar a un proceso de paz que llevará a los Acuerdos de Oslo (1993). La firma de estos acuerdos confirmará que Yasser Arafat está dispuesto a jugar el juego de la negociación y de una solución política. En el marco de esos acuerdos, Arafat vuelve a Gaza en julio de 1994, a la cabeza de una Autoridad Nacional Palestina (ANP), de la cual es elegido presidente por sufragio universal en febrero de 1996.

Sin embargo, el proceso de paz descarril y la figura de Arafat se va haciendo cada vez menos importante en el tablero internacional.

Así, en el año 2000 se producirá el fracaso de las negociaciones de Camp David (Washington), atribuido a Arafat por parte de cierta propaganda israelí, que acusa al líder de la ANP de rechazar “generosas proposiciones” del Primer Ministro Ehoud Barak. Sin embargo, la realidad, confirmada por numerosos observadores presentes en las negociaciones, es bien distinta. El plan de Barak preveía que Israel conservara la mayor parte de Jerusalén y cerca del 10% de Cisjordania y mantenerse callados sobre la cuestión de los refugiados. Así, pese a los errores posteriores en la gestión de este fracaso por parte de Arafat, la responsabilidad primera del hundimiento del proceso de paz se debería atribuir a israelíes y estadounidenses, que rechazaron la creación de un Estado palestino sobre el conjunto de Cisjordania y Gaza y con Jerusalén como capital.

A finales de septiembre del 2000, debido a la desesperación de la población palestina, se inicia la segunda Intifada que, sumada a la elección de Ariel Sharon en febrero de 2001 como Primer Ministro de Israel, favorece una escalada de la violencia, la destrucción de todas las infraestructuras políticas y civiles palestinas, los atentados suicidas, etc.

Finalmente, tras años de acoso en su residencia de La Muqata, en Ramala, simbolizando el rechazo de los palestinos a ceder a los dictados de Sharon, Arafat fallece en un hospital parisino el 11 de noviembre de 2004.

Tanto Sharon como Bush han repetido constantemente que Yasser Arafat suponía el mayor obstáculo para la consecución de la paz. Una vez que éste ha desaparecido, ¿podrá el proceso de paz relanzarse, o seguiremos viviendo una injusticia que ya dura más de 35 años?