Las cifras son devastadoras. El conflicto sirio ha provocado un desplazamiento interno récord (más de 6 millones de personas) y un flujo de refugiados (más de 4 millones) que tratan de huir de la violencia y el terror.

Según ACNUR, la situación de las personas desplazadas internas es dramática. El acceso de la ayuda humanitaria básica (alimentos y medicinas) se complica por la violencia, la inseguridad y la insuficiencia de recursos, la destrucción de las infraestructuras (hospitales, colegios, carreteras,…) así como por las trabas administrativas. Las condiciones de vida se deterioran y las expectativas de ACNUR es que continúen deteriorándose con el paso del tiempo. Debido a la guerra, la economía se está paralizando, el precio de los bienes básicos se ha disparado y se incrementa la vulnerabilidad de las personas desplazadas, la mayoría de ellas, familias encabezadas por mujeres. En esta situación, según Naciones Unidas, las mujeres «se han convertido en poderosas defensoras de la resolución política del conflicto, aunque siguen sin intervenir en las conferencias en las que ha habido conversaciones diplomáticas de alto nivel».

Las violaciones de los derechos humanos son devastadoras a todos los niveles, afectan a los adultos (hombres y mujeres) y especialmente a los niños. Según informes de Naciones Unidas, las partes en conflicto han reclutado o están reclutando niños para el combate armado.

Igualmente, los mismos informes de Naciones Unidas indican que en los territorios controlados por las fuerzas de ISIS y el Frente Al Nusra las vulneraciones de los derechos humanos y la violencia se intensifican en el caso de las minorías religiosas y étnicas. Se han documentado ejecuciones sumariales públicas, esclavitud sexual,… que también afectan adultos y niños.

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